Así, con esa actitud y fina estampa de la foto, llega el arquitecto Jaak Swinnen desde Jaúregui a La Pampa en 1958. Había nacido en Bélgica y llegado a la Argentina con tres años. Honrará esa actitud y a la llanura que lo recibe con un prolífico cuerpo de obras arquitectónicas y pictóricas, valioso patrimonio de la provincia.
Una de las más destacadas: la Catedral de Santa Rosa.
Swinnen se baja del tren en el momento justo y sabe aprovecharlo.
Contexto Histórico
Recordemos que La Pampa es una de las provincias más jóvenes del país, que deja de ser Territorio Nacional para convertirse en provincia recién en el año 1951, lo cual genera una necesidad concreta y simbólica de construirse institucionalmente.
Pasó por infinitos vaivenes y esfuerzos de miles de personas, como casi todas las Iglesias a lo largo de la historia. Se pueden rastrear los detalles en los apuntes mecanografiados por la enorme Hilda Paris, con citas a varios textos, como, “Las Misiones y los Salesianos en La Pampa”, de los padres Celso Valla y Roberto Tavella.
A los fines de esta nota y con disculpas a los historiadores, doy un salto en la cronología y vamos hasta 1957 cuando La Pampa deja de depender de las diócesis de Mercedes y de Bahía Blanca y pasa a tener Diócesis propia. En ese mismo año llega el primer obispo y promotor del proyecto de Swinnen para la Catedral, Monseñor Jorge Mayer.
La construcción del nuevo edificio ya había sido iniciada en el año 1951, pero a la llegada de Mayer se la habilita estando aún en obra. El proyecto inicial contemplaba una fachada en una especie de estilo románico, poco agraciada (ver foto más abajo). En simultáneo a este devenir pampeano, acontece en el mundo el Concilio Vaticano II, la última gran actualización de la Iglesia al Siglo XX. El Concilio se extendió por tres años, de 1962 a 1965. Mayer fue un activo participante en todas sus etapas, entendió que la Iglesia vivía un momento de renovación, y promovió la ejecución del audaz proyecto de Swinnen, más en sintonía con su época y con una flamante ciudad capital que se estaba inventando un traje nuevo.
La Catedral
Lo notable en esta obra de Swinnen es cómo logra una obra emblemática, de escala precisa, utilizando un único recurso material, el hormigón armado.
Al edificio existente que estaba en construcción, le antepone una nueva fachada. Tan potente como austera. Un oxímoron compositivo.
Por el uso del uni-material, también podríamos inscribirla dentro de lo que en arquitectura llamamos “Brutalismo”.
El Brutalismo es una forma de pensar edificios, derivada de la arquitectura moderna, que abraza todas las consignas de funcionalidad, espacialidad, orden estructural, y demás pero que entendió que los hombres no sólo somos seres racionales, que hay una parte de nosotros que es espiritual, que es expresiva, que es artística, y que la arquitectura no sólo puede sino que debe dar cuenta de esa dimensión humana.
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Lo hace utilizando el hormigón armado casi como único recurso. Lo moldea plásticamente, de forma brutal, escultórica. A veces con formas más orgánicas, como la Iglesia de Ronchamp de Le Corbusier en Francia (1950-1955), otras veces dentro de sistemas modulados que conforman una totalidad singular, como el caso del Santuario de Monte Grisa, de Antonio Guacci en Trieste, Italia, construido entre 1959 y 1966.
Todas obras contemporáneas a nuestra Catedral pampeana.
La simbología
En la placa de mármol grabada en la entrada de la Catedral se lee «Torre Pantalla: Cuerpo Místico de Cristo«. El diseño está cargado de simbología. Cada hexágono de la fachada representa a uno de los Apóstoles, el hexágono más desplazado hacia la izquierda eleva una corona como remate representando a la Virgen, y el héxagono superior, más grande y sobre el que se eleva la gran cruz que representa a Jesucristo. (referiremos la corona en la próxima nota)
Más allá de esta simbología “oficial”, veo al conjunto como un gran panal de abejas. ¿Hay acaso una imagen más asociada a la idea de comunidad que una colmena? Cada abeja es importante, son iguales unas a otras, conservan sus particularidades, sus roles. El trabajo mancomunado de las abejas produce la miel.
Es poético, al menos como idea.
Cada hexágono de hormigón tiene su espesor, su propia profundidad, genera sus propias luces y sombras. Es hermoso apreciar la fachada en la mañana temprano, cuando el sol la ilumina de frente y el conjunto de héxagonos-abejas se reflejan sobre el plano de hormigón de fondo. La asimetría hace del conjunto algo liviano, abierto, tectónicamente sutil a pesar de su materialidad.
La “fachada panal” se presenta a escala no ya de la ciudad, sino de la provincia. El conjunto comunica que se trata de una Catedral, la cabeza de una Diócesis, y no de una Iglesia más. Swinnen entendió que la provincia precisaba una obra a la altura de su Centro Cívico.
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Hizo dialogar formalmente al centro religioso con el centro político.
El arquitecto tuvo la capacidad de leer el tiempo histórico viviendo en su tiempo presente. Pudo ver en perspectiva, y contribuir con obra construida para que hoy tengamos una ciudad capital de neto corte modernista en sus principales edificios Institucionales.
Otra decisión muy interesante por su contundencia no sólo arquitectónica sino política es la transparencia que comunica el espacio público con el interior de la Catedral. No hay una puerta pesada ni un oscuro portal, hay sí un espacio de transición entre lo público del espacio urbano y lo privado del espacio religioso. Un plano de vidrio separa en silencio lo uno de lo otro.
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Me hubiera gustado preguntarle a Swinnen cómo surgió el edificio en su cabeza, en su tablero, cómo fue que se abrió ese espacio de pensamiento creativo que permite a una idea, o a una sensación, expandirse y adquirir una forma final. Me complace imaginar una respuesta despegada, de alguien con una mirada siempre atenta al milagro de este cielo.
Su obra lo está.
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Agradecimientos Al Arq. Lucas Swinnen por la generosa colaboración de datos e imágenes de su archivo personal. A la secretaria de la Iglesia Parroquial, señora Zulma, por la calidez de su atención y colaboración. A La Pampa Noticias por permitirme este espacio de valiosa exploración y a ustedes, los lectores, por llegar hasta acá.
Arq. Ana Pessio. Arquitecta UBA. Paisajista. holaabracasa
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