Hace muy poco compartimos desde #LPN la celebración de los 100 años de una vecina de Santa Rosa que festejó su centenario en casi perfecto estado de salud física y mental. Cada día estos festejos son más frecuentes en el mundo. Los científicos estudian patrones en común en las personas más longevas.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 2022, en el mundo hay unas 593.000 personas centenarias. Y es un grupo etario en veloz crecimiento. Para el 2050 proyectan que habrá 3,7 millones de centenarios.
Pero -como todos pensamos- no sólo se trata de vivir, sino de vivir bien, con un buen estado de salud física y mental.
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Hoy, las personas más longevas del mundo -de las que existe registro- son: María Branyas Morera, una mujer española de 115 años, nacida en Estados Unidos, y Fusa Tatsumi, que vive en Osaka, Japón, y también tiene 115.
El diario norteamericano The Washington Post publicó hace poco un informe con las recomendaciones de los científicos que estudian este fenómeno.
La genética, lo primero
Todo empieza por el ADN. “Nadie llega tan lejos si no se sacó la lotería genética al nacer”, dice S. Jay Olshansky, profesor de salud pública de la Universidad de Illinois en Chicago.
“Así que el número principal viene de la genética”
Jay Olshansky
Cuanto más hayan vivido los padres, más chances de tener una vida larga y en salud, señalan los especialistas. Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos, dice que los hijos de padres centenarios suelen tener una vida más larga y saludable que sus pares. “Y probablemente no responda a un solo gen, sino a una combinación de genes”.
Nir Barzilai, director del Instituto de Investigaciones del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en el Bronx, analizó las vidas de cientos de centenarios, incluyendo a sus cónyuges y a sus hijos. Según los estudios de Barzilai, los hijos de los centenarios “son unos 10 años más sanos” que sus pares.
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Ahora los científicos planear usar herramientas de inteligencia artificial para encontrar esos genes y desarrollar fármacos específicos para ellos.
“Estamos abocados a encontrar todos los genes de la longevidad”, señala Barzilai.
El entorno y el estilo de vida
La mayoría de los expertos coincide en que una buena genética solo alcanza hasta cierto punto. Jamie Justice es profesora adjunta de gerontología en la Universidad de Wake Forest, dice que algunas investigaciones sugieren que alrededor del 25% de la longevidad responde a la genética. El otro 75% se relaciona con el entorno: dónde se vive, qué se come, la frecuencia del ejercicio físico y la red de contención de amigos y familia.
Pero el objetivo no es extender la esperanza de vida de quienes no vienen de fábrica con ese conjunto de genes prometedores, dice Justice, sino descubrir la forma que todos tengamos vidas plenas y saludables en el tiempo que tenemos.
El objetivo no es necesariamente vivir hasta los 118 años, sino vivir, apunta Justice. “¿Qué cosas específicas podemos hacer para tener buena salud en los años que tenemos?”
Además, señala Justice, “no hay que subestimar la importancia de un buen sistema público de salud”. Cuanto mejor sea el sistema de atención médica, mayor será la esperanza de vida de una persona, dice la especialista.
El lugar donde vivimos
Estados Unidos y Japón tienen la mayor cantidad confirmada de centenarios y supercentenarios -personas que viven más de 110 años-.
Pero probablemente haya más centenarios y supercentenarios que no han sido detectados: hace 110 años, no todos los países tenían registros hospitalarios y certificados de nacimiento, señala Young. Y para confirmar la existencia de un supercentenario se suele justamente recurrir a los registros oficiales de los distintos países del mundo.
“No olvidemos que cuando analizamos la longevidad humana hoy, en realidad estamos viendo una foto del estado del mundo hace más de 110 años”, reflexiona Young.
Más allá de la conservación de los registros en distintos países, el lugar de residencia -una zona de guerra, un lugar con acceso a atención médica de calidad, un país con mucha contaminación, una nación desarrollada y sedentaria– probablemente juega un papel importante en la longevidad.
Recientemente, los investigadores descubrieron que “el estrés afecta directamente algunos de los mecanismos biológicos del envejecimiento”, señala Ferrucci, y agrega que nuestra exposición a diversos tipos de agentes contaminantes también son perjudiciales para nuestra salud general. “Es un campo de investigaciones en expansión que podría revolucionar la forma en que abordamos la salud pública”, dice el científico.
“Estamos viendo que el secreto de la buena salud no depende solo de lo que hacemos individualmente, sino también de lo que hace nuestra sociedad para mejorar la salud de la población en general”, dice Ferrucci.
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Y al estudiar a los centenarios, los investigadores descubrieron que los adultos mayores sanos suelen ser los que se mantienen físicamente activos, pasan tiempo al aire libre y tienen lazos fuertes con su entorno social, familia y amigos.
“Si tuviera un secreto precioso para regalarles a los que quieren vivir mucho y bien, les diría que se levanten temprano y salgan a caminar”, recomienda Ferrucci.
De todos modos, el científico dice que los centenarios y especialmente los supercentenarios suelen ser “casos especiales”, y que algunas personas tienen cierta “resiliencia biológica” que los hace vivir muchos años a pesar de que tener todo en contra.
“Por un lado está la curva de mortalidad de la población general, y después están estos individuos que son singulares y únicos”, dijo Ferrucci. “No sabemos por qué y, el gran secreto, es ese”.
Con información de The Washington Post
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