Llega la fiesta de mayo y vuelven los recuerdos atesorados desde nuestra más tierna infancia. Se van a cumplir en pocas horas, 214 años de un hecho icónico de la argentinidad. Nada menos que el 25 de Mayo de 1810, considerado el Día de la Patria y pilar fundamental en la formación de la identidad y patriotismo de los argentinos
Un poco de historia
Una antigua zamba que aprendimos de niños rezaba:
«El sol del 25 viene asomando, y su luz en el Plata, va reflejando.
Oíd, ¿no lo ves? Hoy rompen los pueblos, cadenas de esclavitud.
El sol del 25 viene asomando…»
Si bien la canción fue inspirada en un hecho fundacional importante, no acertó con describir aquel día lluvioso en Buenos Aires que no impidió a los vecinos mojarse en las calles al grito de: “El pueblo quiere saber de que se trata”. Y el mito popular habló de negritas mazamorreras, vendedores de todo tipo y hasta los pícaros de los “pastelitos calientes, para las viejas sin dientes” que vendieron mucho aquel día.
El entonces Virrey Don Baltasar Hidalgo de Cisneros cargó a tiempo lo que mas pudo en su carruaje y “rajó” a Córdoba para refugiarse.
Ya era vox populi que un tal Cornelio Saavedra de 40 años, nacido en Buenos Aires 15 de setiembre de 1769, y un grupo de patriotas habían decidido formar el primer gobierno criollo rompiendo las cadenas que los ligaban al Rey de España.
Faltaba aún apuntalar esa decisión independentista que más tarde se encargaron de cumplir San Martín y Belgrano, héroes máximos de la argentinidad con Güemes en el norte en sus fenomenales campañas rayanas con lo épico y mitológico.
Después se instaló en la nueva nación el tiempo del caudillaje en vastas regiones del país, con influencias y consecuencias positivas y negativas, muy lejos del pensamiento de los héroes mencionados, verdaderos artífices de la argentinidad.
Entre las negativas podrían mencionarse la desestabilización política, corrupción y autoritarismo (se hicieron ricos, dueños y señores de sus feudos) con violencia y represión para mantener el poder, produciendo en definitiva estancamiento económico y social.
La parte linda de la historia. Tantos recuerdos hermosos
Desde mi más tierna infancia, como todos los chicos de entonces, esperábamos las fiestas patrias con verdadera devoción por aquellos Señores que nos parecían venidos del cielo, por la manera en que los presentaban nuestras abnegadas maestras para inculcarnos el sentido de la Patria.
Es así que las clases alusivas comenzaban muchos días antes y hasta nos “peleábamos” por dar aquellas lecciones con verdadero fervor, a la vez que nuestras adoradas madres y abuelas nos compraban cada año como podían, divinas escarapelas, banderitas y cuanto elemento nos permitiera salir gritando por las calles nuestra argentinidad.
En ninguna casa santarroseña -desde los 50´ para acá, donde llega mi memoria- faltaba una bandera para lucir en fechas patrias
Juan Carlos Carassay
Y ni hablar de cuando teníamos que representarlos en los actos escolares. A mí me tocó hacer de San Martín una vez y al verme ataviado con su uniforme impecable de botones dorados, el sable corbo de madera plateada y lustrosas botas caña alta, casi me desmayo de emoción. Juro que me temblaban las piernitas de solo imaginar la magnificencia de aquel General legendario, héroe y patriota ejemplar. Además me sabía una por una las máximas para su hija. Mi adorada madre me hacía cumplir todos los días la que decía: “Sé formal en la mesa», para que me portara bien en la reunión familiar… El corazón de un niño es un baúl de sorpresas sanas, capaces de hacer un mundo y dártelo después, como dice la canción.
En realidad en ninguna casa santarroseña desde los 50 para acá donde llega mi memoria, faltaba una bandera para lucir en fechas patrias ya sea en ventanas, puertas o cualquier lugar que se viera bien y toda la ciudad lucía hermosa con los colores de la Patria. Es una costumbre que se ha ido dejando de lado con los años, cosa que debería volver.
Ningún edificio público ni establecimiento escolar olvidaba colocar los colores patrios en cualquiera de sus formas y pobre del empleado que no cumplía.
Todo tipo de espectáculos preparaban los gobiernos y entidades intermedias para honrar a la patria, es así que nunca faltaban tertulias en el Teatro Español, en la Municipalidad y hasta por única vez en el año venían los equipos de futbol profesional más afamados que lucían su esplendor en el Viejo Estadio Centenario, bautizado así para honrar los primeros 100 años de Gobierno Criollo.
Demás está decir que el inolvidable Tito Ninfus (uno de los personajes de la Aldea Grande) jamás se olvidó de tirar las 21 bombas al amanecer del 25 de Mayo ni el 9 de Julio desde el Municipio.
Leé también La emoción y la pasión de entonar el Himno Nacional en el Tedeum del 25 de Mayo
Y luego del acto en cada Escuela había que ir a desfilar a la arteria céntrica designada, previo el solemne Tedeum en la pequeña iglesia “donada” por el fundador Don Tomás, luego transformada en la más moderna Catedral del país.
Y allí sí que valía mostrar todo el fervor y aplauso por aquellas blancas «palomitas» de impecables guardapolvos saludando a sus “hinchadas” mientras intentaban no perder el paso que sus serias maestras les marcaban especialmente ante el palco oficial frente al Municipio, donde como es sabido, se ubicaban las más altas autoridades civiles, militares y eclesiásticas, como nos enseñaban a decir. Otro aplauso similar recibían las fuerzas militares y de seguridad que con paso redoblado y mirada al frente, acompañaban a nuestra enseña nacional.
Un sueño cumplido Confieso que me quedaron muchas cosas lindas por hacer en mi hermosa profesión de locutor, periodista y relator deportivo, pero Dios me dejó cumplir muchísimas que me llenaron de alegría el alma, como darme el gusto -por única vez- de ser locutor oficial, junto al inolvidable Julio Heredia, del desfile cívico militar más grande que yo haya visto en Santa Rosa. Fue sobre la avenida Uruguay-España, hace muchos años claro, y resultó un gran placer leer aquellas emocionantes glosas llenas de argentinidad y fervor patriótico, con el fondo musical de las hermosas marchas alusivas y el aplauso constante de un público imponente como nunca había visto en un desfile.
Visitas presidenciales a la pequeña Aldea pampeana
Volviendo a mis recuerdos de niño, tema recurrente en esta nota, tengo uno que me acompañará hasta el fin de mis días.
No han sido comunes las visitas presidenciales a Santa Rosa hasta los años 60´, es más, creo que sobran los dedos de una mano para contarlas.
El primero fue Julio Argentino Roca, de quién el fundador de la ciudad, Tomás Masson era hombre de su conocimiento.
Fue el 1 de mayo de 1.900 y lo hizo en tren con una amplia comitiva que integraba también el particular Don Tomás y autoridades eclesiásticas. Llegó como parte de la propaganda por la inauguración del Ferro Carril del Oeste que unía Buenos Aires con Toay y Bahía Blanca lo que realmente significó un suceso de la época.
En 1916 llegó pero en campaña política, quién luego gobernaría la Argentina, Hipólito Yrigoyen derrocado finalmente en 1930.
Tres veces vino Perón a La Pampa Quién vino más de una vez a La Pampa fue el Gral. Juan Domingo Perón. Según referencias estuvo aquí el 13 de noviembre de 1951 en campaña por la reelección de su mandato y regresó el 17 de octubre de 1952 para celebrar el Día de la Lealtad. La tercera visita de Perón a La Pampa se registra el 9 de octubre de 1973 como parte de una visita al interior luego de su regreso al país.
Por las mías recuerdo nítidamente aquel 20 de mayo de 1958 cuando llegó a la entonces pequeña capital provincial de no mucho más de 20.000 habitantes según datos históricos, el flamante presidente constitucional Dr. Arturo Frondizi. Como podrán imaginar era otra de las vueltas de Argentina a la Democracia y resultó un suceso su visita. Ubicaron el palco dando espaldas al Municipio y el gran desfile venía de este a oeste, rumbo a la laguna.
Aún me parece ver, en nuestro paso frente al Palco de Honor junto a mis compañeros del tercer grado de la Escuela N° 1 Domingo F. Sarmiento al Presidente, que me resultó un hombre flaco, alto, calvo y de lentes grandes que nos sonreía pero sin gestos ampulosos y no olvidaré jamás aquel viernes 20 de mayo del 58´ porque entre cientos de niños que saludaron al Dr. Frondizi, había uno solo de piel muy amarilla, al que me parecía, lo miraban todos por ser tan distinto…
Ese pequeño niño de 9 años que apenas podía desfilar era yo, quien por un problema pasajero de salud tomaba unas pastillas que me curaron, pero dejaron por unos días, mi cara del color del sol.
Después desembarcaron muchos titulares del Poder Ejecutivo Nacional en historias recientes que recordarán todos y que tuvieron distintas repercusiones, recibiendo el calor popular en algunos casos, hasta la indiferencia en otros, como quienes ni siquiera se mostraron en actos públicos. Casos y Cosas de la historia Pampa, tierra jalonada por hechos que conserva, con más o menos detalles, la memoria colectiva. En fin…
¡Feliz día de la Patria!
Juan Carlos Carassay, locutor y periodista. Más de 50 años de pasión por la comunicación y el deporte. juancarloscarassay@gmail.com
*****
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad