La primera vez que me nombraron a Ángeles Alemandi fue cuando mi compañero y yo decidimos venirnos a vivir a Santa Rosa. Me preguntaron si estaba segura de la decisión y me pasaron las cartas que Ángeles y Josefina Licitra habían intercambiado y publicado en la Revista Orsai.
Leí a Ángeles. No podía parar. En las cartas ella hablaba con desgarro y con un poco de desesperanza sobre la decisión de irse a vivir a General San Martín, La Pampa, por una oportunidad laboral que le habían ofrecido a su pareja. Ángeles hablaba de su reciente maternidad, de su cáncer, de la soledad, de sentirse atrapada en un pueblo que todavía no sentía suyo. Lloré mientras la leía.
La segunda vez que supe de Ángeles, fue cuando Santa Rosa se convirtió en la sede virtual del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) en 2021. Dio un taller de no ficción a partir de su biografía y recomendó lecturas vinculadas al duelo. Gracias a ella conocí “El año del pensamiento mágico”, de Joan Didion.
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Empecé a leer a Didion entre diarios, cajas vacías, cajas embaladas y cuando la terminé de leer ya estaba viviendo en Santa Rosa. La vida cambiaba, deprisa, casi en un instante. A veces durante una cena, otras veces, lo que lleva terminar un libro. Y de repente, mi casa, mi entorno, la naturaleza, la calma, la gente, los tiempos, eran otros.
Empecé a conocer Santa Rosa: el Parque Luro y los ciervos, el centro, la Catedral y en la Laguna, en el 130 Aniversario de la ciudad, me crucé con Ángeles. Ella llegaba para ver a Los Palmeras, yo me iba después de probar la comida y ver los bailes de la feria de las colectividades.
Ángeles frenó cuando dije su nombre, me saludó como si me conociera, conversamos un ratito y me dijo que le escribiera para juntarnos a charlar. Le escribí y me contestó. Quedamos en vernos la próxima vez que ella estuviera en Santa Rosa y así fue. Nos encontramos en la presentación del libro “La casa de la calle 30. Una historia de Chicha Mariani”, de Laureano Barrera, en 451 libros.
“Estoy muy cerca de la ficción”
Ángeles Alemandi nació en San Justo, Santa Fe, estudió Comunicación Social en Paraná, vivió siete años en CABA y en 2014 se mudó a General San Martín, un pueblo salinero de La Pampa. Es periodista, escritora y publicó en Revista Orsai, Espacio Angular, Hecho en Buenos Aires, Cosecha Roja, diario El Litoral y Textual, entre otros.
También fue finalista del concurso Crónicas Interiores en 2014, del Premio Leamos en 2018 y del Crónica Patagónica en 2019. Le dieron la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes para trabajar en crónicas pampeanas y el año pasado publicó su primera novela: “Rally de santos”, editada por La Parte Maldita.
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“Siempre me dediqué al periodismo, al periodismo narrativo y trabajé mucho la crónica íntima y mi novela, un género súper híbrido, súper discutible, que no sé si importa encasillarla en un género. Transité el camino de la no ficción, a la autoficción y, en la pandemia, empecé un taller con Mauricio Koch de ficción, que para mí fue muy difícil y de un gran aprendizaje”.
Ángeles Alemandi
Desde que era muy chica, Ángeles supo que quería ser periodista. En la escuela participó de un taller de niños periodistas y fueron con un profesor a un festival de doma y folklore. Ángeles se descubrió muy extrovertida, le encantó eso de hablar, preguntar, tomar nota. Y después su mamá la ayudó a escribir la crónica de la doma.
“En el taller con Cristian Alarcón descubrí lo que más me iba a gustar. Cristian fue mi gran maestro, me enseñó a escribir y me mostró el amor por el universo del periodismo narrativo, de trabajar crónicas de largo aliento, y que la construcción de esos textos tenía muchísimo que ver con la literatura. Es más, Cristian nos mandaba a leer literatura”.
Ángeles Alemandi
El periodismo narrativo, dice Ángeles, se la pasa robándole estrategias a la literatura, como generar climas, encontrar dónde está el conflicto, cuál es la tensión, cuál es el personaje antagónico, cómo generar que ese personaje sea como tridimensional, mostrar sin hacer bajada de línea.
“Cuando se quiere escribir, sea lo que sea que se quiera escribir, el insumo más importante es la lectura. Te hace reflexionar todo el tiempo en relación a cómo cuenta el otro, cómo trabaja con el lenguaje y cuando algo nos gusta mucho cómo hace para generar ese efecto, qué recurso utilizó, leer y releer, como después, otra parte del proceso es escribir y reescribir. La reescritura es fundamental, los textos nunca nacen y fluyen”.
Ángeles Alemandi
“La base es la realidad, pero es solo la base”
En 2013 se fue a vivir a General San Martín por una oportunidad laboral de su compañero. Tenían un hijo de un año. Y la calidad de vida en el pueblo les parecía una linda posibilidad para criar a su hijo como se criaron ellos: en una ciudad relativamente chica, saliendo con amigos, yendo a la plaza, andando en bicicleta.
“Es una situación de mucho privilegio vivir así, tan relajada, tan poco estresada, con tiempos que no se pierden yendo al trabajo. A nivel personal fue una paliza enorme. Yo no sabía cómo iba a sostener mi profesión en un pueblo muy desconectado de 3000 habitantes. Me daba mucho miedo pensar qué iba a hacer, qué historias iba a contar, qué posibilidad de trabajo iba a tener. Pero nunca me desanimé del todo. Empecé a buscar pequeñas oportunidades”.
Ángeles Alemandi
Empezó a participar de concursos de periodismo narrativo, que quizás era lo único que escribía en el año. Pero eso la fue contactando con otros periodistas. Empezó a escribir crónicas pampeanas con Lautaro Bentivenga. En 2019 participó del concurso de crónicas patagónicas con una historia de General Pico, de hombres y mujeres que fueron niños apropiados y hoy buscan su identidad.
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“La convicción de participar me dio la posibilidad de conectarme y de no olvidarme nunca qué era lo que quería. Estar en los márgenes sin ser marginal. Acá en el pueblo, desde que llegué y durante dos años, escribí mi novela, un viaje que me llevó muchísimo tiempo. La terminé en 2017 y en 2020 la publiqué. Estuve cinco años, pero sin apuro. No sé si eso tiene que ver con vincularme con estos lugares que habito, con estar más despeinada y con los labios más resecos, en un pueblo salinero hay algo acá de la sal en el aire, pero con una paciencia más insospechada, que vivir con la vorágine del todo ya”.
Ángeles Alemandi
“Nunca estuve menos encerrada que durante la pandemia”
El año pasado, en el marco de la pandemia, Santiago Rey, presidente de la Fundación de Periodismo Patagónico, le ofreció la posibilidad de sumarse a trabajar con en la fundación. Ese paso implicaba sumarme y ampliar el territorio hacia lo Patagónico y lo pampeano.
“La pandemia en el pueblo, en aislamiento y con la computadora fue una ventana al mundo. Me dio la posibilidad de acceder a talleres, que antes eran muy pocos los que se daban, me empecé a capacitar, a tener otras posibilidades, trabajos nuevos, pedidos de nota. En este contexto post pandémico las realidades de los que vivimos en provincias o en pueblos cambió un montón. Porque un meet nos permite estar en contacto e ingresar en lugares que antes eran inaccesibles. Se federalizaron un montón de eventos que antes quedaban encerradas en un solo lugar. Y la mirada de lo federal me parece muy necesaria: mostrar lo diverso y lo plural es transformador”.
Ángeles Alemandi
Hoy Ángeles ya se siente pampeana, aunque todavía no cambió el número de teléfono de CABA. Esa es su última trinchera. Está criando un hijo con DNI pampeano, quiere a la provincia, hizo amigos acá, ya no tiene conflictos y se le abrieron un montón de posibilidades que quizás nunca imaginó.
Ángeles late. No para de hablar, me pide que la frene. No la freno. Le pone el cuerpo, la voz, toda su generosidad a lo que hace y dice. Quiere vivir en un territorio en el que más periodistas y escritores se animen a acercarse, a preguntar y a compartir.
Me pide disculpas, hace un rato que estamos hablando y ya tiene que cortar. Pero sin antes decirme que nos vamos a volver a encontrar, que nos vamos a tomar un café y vamos a seguir hablando de autores y libros.
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Y me recuerda: “Escribí la crónica para el concurso. Los pampeanos tienen que escribir. El año pasado el segundo premio lo obtuvo Migue Roth, un periodista de Santa Teresa. Hay una remuneración económica, un reconocimiento a los trabajos inéditos, porque con el periodismo tenemos que dar una gran lucha por una retribución digna y acorde a nuestros trabajos. Necesitamos construir comunidad, una red de cronistas, donde podamos seguir capacitándonos, donde podamos estar cerca, hablar de los temas que nos interesan, un espacio genuino, generoso, de construcción colectiva, de pocas mezquindades y donde más pampeanos y pampeanas se animen a participar”.
IV Concurso de Crónica Patagónica
Hasta el 9 de septiembre se pueden presentar trabajos y el jurado va a estar compuesto por: Josefina Licitra, Juan Cristobal Peña y Cristian Aliaga. Se va a premiar a los mejores trabajos de periodismo narrativo con un reconocimiento en dinero, la publicación de los textos, y la invitación a la entrega de premios en el Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo, en la ciudad de Bariloche.
Los trabajos tienen que ser inéditos, no publicados en medios de comunicación tradicionales ni nuevos formatos como blogs o redes sociales. Está dirigido para periodistas, cronistas, estudiantes de comunicación y periodismo, y personas interesadas que acrediten vivir en la Patagonia argentina: provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa y Partido de Patagones -Buenos Aires-, y sur de Chile: Regiones de Ñuble, Bío Bío, Araucanía, de Los Ríos, de Los Lagos, Aysén, y Magallanes y de la Antártica Chilena.
Las crónicas no podrán exceder las siete mil (7.000) palabras y ser enviadas a través de la plataforma de inscripción de la web www.cronicapatagonica.com.ar, entre el 9 de mayo de 2022 y las 24 horas del 9 de septiembre de 2022.
Después de la preselección de 15 crónicas, el Jurado va a reconocer el primer y segundo trabajo, con un primer premio de 60 mil pesos argentinos y un segundo premio de 30 mil pesos argentinos; y una Mención Especial. Los trabajos ganadores serán publicados en medios de alcance regional y nacional en la Argentina y Chile.
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