La vida de Mabel Lis Carripilón, artesana de Santa Isabel, es un testimonio vivo de la pasión, el compromiso y el valor del arte del tejido. Su historia y sus creaciones son un homenaje a su comunidad y un puente hacia el pasado, presente y futuro de la tradición pampeana.
Recientemente fue reconocida con el Premio Hacedores del Patrimonio Cultural 2023 por su destacada labor como tejedora en telar tradicional. En una entrevista con #LPN, Mabel habló de su inspiradora historia y de la pasión que convirtió en su oficio.
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Origen
Mabel es oriunda de Santa Isabel, un pueblo oesteño que respira tradición y arraigo en medio de la llanura pampeana. Nacida en una familia de artesanos, lleva en sus venas el legado transmitido por generaciones. Es hija de Irma Cabral, una hábil tejedora de ponchos y medias mantas, y nieta de Claudia, una artesana ranquel oriunda de Emilio Mitre.
Comenzó a tejer desde muy joven, influenciada por sus padres y abuelos, quienes le transmitieron la técnica del tejido en urdimbre. Esta técnica, arraigada en la historia de su familia se convirtió en su preferida y la que utiliza con mayor frecuencia en sus conocidas creaciones.
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El proceso creativo
El proceso creativo de Mabel es un complejo viaje lleno de cuidado y dedicación. Para dar vida a sus piezas, selecciona una diversidad de materiales naturales que van desde palos y maderas para estructurar sus tejidos, hasta raíces y hojas de plantas para obtener los colores en los procesos de teñido. Algunos materiales, como los palos, los adquiere en el mercado, pero la mayoría de las cosas que necesita las encuentra en su entorno natural.
Cada nueva pieza es concebida a través de un meticuloso proceso de diseño y tejido. Además, realiza cada etapa con esmero, desde la selección y lavado de la lana hasta el hilado y torcido de las hebras. Luego, se adentra en el laborioso proceso de teñir las madejas, utilizando hojas y plantas para obtener los colores deseados. Una vez teñidas, las madejas se secan, se ovillan y se incorporan en el urdimbre, que va tomando forma bajo sus creativas manos.
Entre los diversos procesos que realiza, destaca su técnica, conocida como «lista atada». Con ésta logra crear diseños y dibujos, combinando hilos y colores de forma armoniosa. Su técnica distintiva implica cubrir un dibujo con el color deseado, luego retirar el tejido para teñirlo nuevamente con una pintura más intensa, creando así una mezcla de colores única.
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Cabe destacar el tiempo y esfuerzo dedicados en la elaboración de cada pieza, como un poncho, que puede llevar unas cinco horas diarias durante un mes o incluso más. Esta dedicación y minuciosidad se reflejan en cada una de sus creaciones. Al preguntarle sobre su pieza de tejido más memorable, menciona con orgullo un poncho verde, cuyo color evoca las hojas de álamo. Guarda con cariño el recuerdo del trabajo que le valió la reciente mención especial. Sus creaciones, ya sean ponchos grandes o piezas más pequeñas, son un testimonio de su pasión y amor por el arte del tejido.

Preservación de la cultura
Mabel encuentra en su trabajo una conexión profunda con sus raíces y la preservación de la cultura y las tradiciones de la región pampeana. El tejido, legado transmitido por sus abuelos, se convierte en una forma de mantener viva la memoria y la forma de vida de sus antepasados. Además, su arte, como el de otros artesanos y artesanas en la provincia, ha adquirido un valor económico y se ha convertido en un patrimonio cultural único.
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Siempre dispuesta a compartir experiencias y conocimientos, Mabel participa en viajes, capacitaciones y exposiciones junto a otros artesanos, artesanas y tejedores de la región. La comunidad artesanal se fortalece a través del intercambio de ideas y el aprendizaje mutuo: “Es importante compartir lo que sabemos”.
Legado
En su taller, rodeada de madejas de colores y telares enmarcados con historia, Mabel encuentra alegría y satisfacción en cada pieza tejida, y por ello anhela transmitir todo su conocimiento a las generaciones futuras, especialmente a su hija de 11 años, que ya muestra interés y talento en el arte del tejido.
Una anécdota especial relacionada con su trabajo destaca en su memoria y se relaciona con uno de sus primeros encargos, cuando tenía tan solo ocho o nueve años:
“Mi abuela me dio un trabajo para que yo armara y lo armé, pero cuando fui a armar el peine, que es el que trabaja con el cruce de los tejidos, lo hice mal. Me hizo desarmar todo y volverlo a hacer porque lo tenía que hacer bien. Me dijo “hacelo hasta que te salga”. La segunda vez ya lo hice bien”.
Mabel Lis Carripilón

Su abuela fue una influencia muy importante, por eso la recuerda con profundo cariño: “Mi abuela siempre me hablaba en su idioma. Nosotros somos nativos de aquí, por lo que ella tenía una historia de vida y hablaba la lengua ranquel. Me hablaba tanto en castellano como en ranquel, me decía palabras como “Kuliu”, “Cura Chinkud”, “Tono” y yo ya sabía a qué se refería”.
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En el idioma ranquel, las palabras tienen un significado especial para Mabel. «Kuliu kela» representa el instrumento utilizado para hilar y entrelazar los hilos con destreza. «Cura Chinkud» significa torcedora y evoca la piedrita que se utiliza como peso para que el palito gire correctamente. «Tono» es el nombre del palo que levanta el peine y juega un papel esencial en el tejido tradicional. Estas palabras en ranquel son un vínculo profundo con la historia y la herencia cultural de Mabel, transmitida a través de generaciones.
La vida y el arte de Mabel Lis Carripilón nos transportan a un mundo donde la pasión, el compromiso y el valor del tejido se entrelazan con la historia, la cultura y la preservación de tradiciones ancestrales. Su legado trasciende premios y reconocimientos. A través de sus creaciones y su dedicación, Mabel no solo honra a su comunidad y a la tradición pampeana, sino que también inspira a las generaciones presentes y futuras a valorar y preservar la esencia de un arte que encierra en cada hilo una conexión profunda con nuestras raíces.
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