Frida Kahlo es sinónimo de fortaleza, libertad y de rebeldía. Fue la mujer de las cejas despeinadas y de las pinturas disruptivas que revolucionaron una era. Fue la que amó y vivió con una intensidad infinita, transgrediendo todo lo que se le imponía en su camino. Su forma de ser y tan solo su presencia, desafiaba todas las miradas de la época.
El 6 de julio cumpliría 113 años. Nació en en Coyoacán, México en el año 1907. Allí vivió, entre idas y venidas, en su Casa Azul, una casona que en el año 1958 pasó a ser un Museo, donde se encuentra el universo íntimo de la pintora.
Su vida estuvo marcada por el dolor físico. A los seis años fue diagnosticada con poliomielitis, por lo que tuvo que permanecer en cama mucho tiempo, y derivó en diversas enfermedades, lesiones, operaciones y accidentes derivados del mismo padecimiento.
A los 18 años sufrió un accidente que casi le costó la vida. El colectivo en el que viajaba fue arrollado por un tranvía. Sus huesos quedaron destruidos por lo que tuvo que someterse a 32 intervenciones quirúrgicas. A partir de ese momento, todo cambió y la salida que vió en ese oscuro presente fue la de aferrarse a lo que la mantuvo viva hasta sus 57 años: la pintura.
En sus obras se puede ver cómo aquel accidente, de alguna u otra manera, estuvo presente en cada pincelada y al mismo tiempo, funcionó como un canalizador para liberar tanto dolor. La sensibilidad de la pintora supo hablar en cualquier idioma.
Expertos en arte nunca pudieron ponerse de acuerdo para catalogar alguna de sus obras como la más destacada. Pero en lo que sí todos coincidieron, es que la trágica existencia de Frida marcó su estilo y desarrolló, gracias a esto, un lenguaje íntimo y propio.
Henry Ford Hospital y Frida y el aborto fueron dos importantes obras que estuvieron inspiradas en un segundo aborto que sufrió y que le afectó en lo más profundo. Las lesiones en la pelvis sufridas por el accidente, impedían el desarrollo de un hijo. Esto la llevó a ahogarse en una fuerte depresión.
La columna rota es otra de sus pinturas que reflejó su dolor. Durante la internación por el accidente y la inmovilidad le provocaba, pidió que le colocaran un espejo frente a ella, y un caballete, que le permitía pintar acostada. La mayor parte de la serie de sus pinturas es autobiográfica. En una ocasión afirmó; «me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco.»
Frida, en aquella época y en la actualidad, es considerada como una activista política y como una feminista que supo dar batalla tan sólo con su manera de ser. El simple acto de no depilarse las cejas era desafiante y transgresor en su época. Ella iba en contra de lo estipulado, para diferenciarse y simultáneamente para hacer justicia bajo un contexto machista.
La artista mexicana frecuentaba ámbitos en donde se entrelazaba lo político, lo intelectual y lo artístico. En una reunión política del Partido Comunista de México, conoció a marido, el muralista mexicano Diego Rivera. Un pintor que generaba revuelos y polémicas con cada mural que dejaba plasmado en las calles de la Ciudad de México. La relación fue tormentosa. A pesar del amor, las aventuras y un fuerte vínculo creativo que los mantenía juntos, las infidelidades de Rivera y el carácter bisexual y polígamo de Frida hicieron de esa unión un verdadero calvario. También se la vinculó con el revolucionario ruso, León Trotsky, quién solía asistir a las fiestas que se organizaban en la casa de la pareja, y con el español Pablo Picasso.
Kahlo pasó a ser inspiración pura. Por su arte, por su manera de resurgir desde el dolor, pero sobretodo por su valentía de lanzarse y vivir plenamente en libertad, a pesar de todo.