Se termina el verano y las Devotas del Senderismo, contentas, entusiasmadas, eufóricas, vuelven a caminar. Anuncian el primer encuentro por Facebook y por Instagram. Se anuncia el jueves, para salir el sábado. En seguida, el post se comparte y se comparte. No importa que en esta ocasión algunas no puedan ir, se comparte para avisarles a las otras, para correr la voz, para que no se lo pierda ninguna.
“¿Se puede participar sin ser del grupo ?”, “¿hay que anotarse?”, “¿hay cupo?”, “¿qué hay que llevar?”, “voy con mi hermana”. “¿Puedo llevar a alguien?”, y las Devotas responden una por una, con buena onda y mucho humor, cada una de las consultas que se les hacen. Invitan a todas a la alegría de caminar acompañadas.
Llega el sábado, el día tan esperado. El encuentro estaba pautado para el 5 de marzo a las 14 horas y el punto de encuentro, en esta oportunidad, fue la intersección de las calles Palacios y Toscano. La propuesta era salir a senderear aproximadamente 8 kilómetros. “Una buena distancia para arrancar”.
Llegaban de a poco. Algunas con mucha puntualidad, otras unos minutos más tarde. Llegan y llegan y se agruparon abajo de la sombra de un árbol. No hace tanto calor. Es un buen clima para arrancar. Pero después de un rato la sombra ya no alcanza para las 60 mujeres que esperaban equipadas con gorras y mochilas, entre charlas, abrazos y sonrisas.
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“¡Qué alegría verte!”, “¿Tu hija ya se fue a estudiar afuera?”, “hola, yo soy nueva”. Comentan y entre todas se dan la bienvenida. Las Devotas originarias reparten remeras de “talles reales”, dicen y no dejan de bromear sobre los kilitos ganados entre las fiestas, el verano y las vacaciones.
Las Devotas se disculpan porque no tienen remeras para todas. La cantidad de mujeres superó las expectativas de este primer encuentro. Pero aclaran más de una vez que se van a ocupar de que la próxima vez haya remeras para todas. Después de la repartija, se aseguran de que todas tengan buen calzado, agua y algo para comer a mitad de camino.
Entre bromas y carcajadas se explica la modalidad de la caminata y se arranca con una elongación, se mueven las articulaciones, una pequeña entrada en calor y después, como si fuera un ritual, se hace una especie de “Haka” con golpecitos en las piernas, los brazos, los glúteos, en todo el cuerpo, para “poner los músculos en acción”.
Antes de emprender la marcha, se estira de punta a punta la bandera de las Devotas y se hace la famosa foto de grupo. “¡Vamos Devotas!”, gritan todas y levantan los brazos para la foto.
Ya están listas. Se acomodan las gorras, se atan fuerte los cordones y una de las Devotas arranca la marcha. 59 mujeres la siguen a paso firme, 59 mujeres se dejan llevar por la aventura y siguen los pasos de una para marchar todas juntas. Las charlas no frenan. Al contrario, mientras se avanza se habla con una, se habla con otra. Aunque no se conozcan. Ningún grupito permanece fijo.
Las casas y los ladridos de los perros se empiezan a dejar atrás. Ellas avanzan firmes entre el polvo y las flores amarillas. De a poco, el calor se empieza a sentir. Pero ninguna frena. A lo sumo, se afloja el paso. No importa el tiempo que lleve, ni la distancia. Las 60 mujeres están juntas en esta travesía y para que llegue una, van a llegar todas juntas.
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Entre risas rememoran ese día de caminata nocturna, cuando se largó a llover y no frenaron. Caminaron igual, de a tres, abajo de las colchonetas que iban a usar después, al momento de la relajación. Ellas, juntas, avanzan siempre, de día o de noche, con o sin lluvia, una para todas y todas para una.
A mitad de camino frenan para hidratarse y comer una fruta, una barrita de cereal o lo que sea que hayan llevado, pero lo que no frena nunca son las charlas. Algunas pasan al baño entre yuyos y arbolitos. Se ríen y cuentan la anécdota del tren, cuando dejaron expuestas las “caras de las brujas” y desde el tren las saludaban a los gritos. Se ríen y repiten la historia varias veces más.
Se avanza de nuevo. Es el último tramo. Con el sol de frente y el camino de arena, las Devotas empiezan a ponerse coloradas. Pisan firme. Ninguna afloja. Siguen los pasos de la de adelante. No importa cual sea el lugar ni el contexto, siempre unidas, siempre juntas.
Se abre un hueco en el centro y las Devotas festejan a un corredor que se sonroja y saluda a todas con la mano. Ya es la recta final y entre todas se motivan: “vamos que ya llegamos”, “miren que después se viene la Zumba”, “¿quién está para la carrera?”. Se festejan los chistes. A pesar del cansancio, todas se ríen y mantienen la buena vibra.
Los oficiales de tránsito cortan la calle. Las Devotas vuelven a desplegar la bandera y entre gritos y aplausos llegan a destino. Llegan igual que como salieron, todas con una sonrisa de oreja a oreja, rodeadas de mujeres que se apoyan, que se acompañan, que marcan el camino y el ritmo y avanzan juntas.
Las Devotas del Senderismo agradecen la concurrencia. Se agradecen y se abrazan entre todas. Ya quieren saber cuál va a ser la próxima aventura. Ya quieren volver a encontrarse y caminar. Ya quieren volver a vivir la experiencia bajo la luna. Están listas para lo que se viene, porque avanzan juntas, porque juntas son más fuertes.
¿La próxima? 18 de marzo, Caminata Nocturna Bajo la Luna Llena.
Devotas del Senderismo. Caminatas grupales de mujeres para redescubrir senderos naturales de Santa Rosa, La Pampa. Facebook
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