El pampeano Facundo Ramírez (38) logró trazar una carrera internacional en torno a dos grandes pasiones: el fútbol y los viajes. Durante los últimos 10 años, recorrió numerosas ciudades del mundo a través de talleres deportivos, enfrentando desafíos lingüísticos y culturales. Desde su residencia en Auckland, Nueva Zelanda, cuenta a #LPN su historia.
De padres laburantes -su madre enfermera y su padre comerciante- Facundo creció en Santa Rosa, en el barrio Fonavi 25, y asistió a la Escuela Normal. Su formación académica incluyó un profesorado de educación física en el IPEF de Córdoba y una licenciatura en actividad física y salud en la Universidad Nacional de Villa María, también en Córdoba.
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Hace aproximadamente diez años, Facundo comenzó su viaje por el mundo. Motivado por vivir la experiencia de viajar, trabajar y seguir estudiando en otro lado, primero visitó el Consulado Español en busca de información básica sobre el proceso de obtención de la visa. Al ver que era relativamente sencillo, ya que podía obtenerla pagando el primer semestre, tomó la decisión de concluir la licenciatura y vender el gimnasio para mujeres que tenía en Córdoba Capital. Esto le permitiría financiar un máster y comenzar su aventura en España. Y así fue.
“Estaba analizando la posibilidad de seguir estudiando y de enganchar un poco lo laboral con una buena experiencia de viaje también, y lo que más rápido me resultó fue la posibilidad de aplicar un visado de estudiante de máster en Barcelona. La verdad que se dio súper natural y fluido y me salió la visa relativamente rápido«.
De esta manera, logró acceder a un programa de Maestría en Deportes Colectivos en el INEF de Barcelona en colaboración con el FC Barcelona y su equipo de profesionales. Durante su estancia de tres años en Cataluña, se desempeñó como parte del cuerpo técnico de un equipo de fútbol femenino. Justo con su visa estaba por vencer, un amigo español le ofreció una oportunidad imperdible en otro continente.
“Yo no tengo pasaporte europeo ni mucho menos. Preocupado porque se me terminaba la visa le dije a mi amigo: “No hablo inglés, no hablo chino, no hablo nada, ¿Qué voy a hacer?” Y me dijo, tranquilo, que yo viví un montón de tiempo en Londres, es mucho ensayo y error, vas a ver que vas a aprender palabras claves rápido. Y bueno, a través de él, conseguimos un contrato de trabajo para irnos a trabajar a China”.
Facundo
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China
Ramírez fue contratado junto a su compañero catalán para desarrollar un programa de capacitación y formación de fútbol orientado a niños y entrenadores chinos, para ser aplicados en las escuelas públicas en niveles básicos en Jinan, provincia de Shandong.
A medida que se adaptaba a la vida cotidiana en China, superando barreras comunicativas y culturales, descubrió que las condiciones laborales eran excepcionales.
“La gente es muy buena onda, te invita a jugar al fútbol, a salir, a eventos de ellos. Después las condiciones en lo laboral, digamos que sos el rey, cualquier trabajo en China, no solo en deportes, te ofrecen alojamiento completo, muchas veces la comida también, en mi caso me daban hasta la ropa, teníamos una persona a disposición para ir a cualquier lado, por lo menos para movernos en grandes distancias. A nivel de lo laboral te preocupas solamente porque el trabajo salga bien”
Gracias a esta oportunidad, en el tiempo en que estuvo en el país pudo recorrerlo casi por completo, brindando talleres de fútbol. También trabajó en el cuerpo técnico del Jiangxi Liansheng FC (League 2), ubicado en la provincia de Jiangxi, en la ciudad capital de Nanchang. Pero ese no fue el final de su aventura.
Nueva Zelanda
Luego de dos temporadas en el país asiático, le llegó la oportunidad de irse a Auckland. Otro país, otro idioma, otro desafío. “Pensé que sabía algo de inglés después de China y cuando llegué a Nueva Zelanda me di cuenta que no sabía nada”, recuerda.
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Facundo comenzó en Nueva Zelanda trabajando de forma voluntaria durante el primer año, mientras construía su red de contactos. Al ir conociendo a más personas, encontró oportunidades laborales en el área de gimnasio, deportes y piscinas del Municipio.
En su segundo año, ya estaba trabajando a tiempo parcial en el fútbol, unas 20 horas semanales, además de su otro empleo. Sus jornadas empezaban temprano a las cinco de la mañana y terminaban al mediodía, dejando las tardes libres para el fútbol. Así logró acomodarse mejor con dos fuentes de ingresos, algo importante para una ciudad tan cara como es Auckland. Esta estabilidad financiera le permitió consolidarse y dar el salto hacia el trabajo a tiempo completo en el ámbito del fútbol.
En la actualidad, Facundo se dedica exclusivamente al fútbol en el Hamilton Wanderers, un club de primera división. Su trabajo abarca desde la preparación física hasta el entrenamiento de categorías formativas y la organización de talleres comunitarios. Aunque no se trata de un club tan prestigioso como lo pueden ser, por ejemplo a nivel local Boca o River, se siente cómodo y comprometido con su trabajo, sin la presión de obtener resultados inmediatos.
En Nueva Zelanda, además de su trabajo con clubes locales, también se desempeñó como preparador físico de la selección nacional, donde ayudó a mejorar el rendimiento de los jugadores y contribuyó al ascenso en el ranking FIFA.
Hace cinco años, conoció a su pareja, Catherine. Aunque no tienen hijos, llevan tienen una vida estable e incluso pudieron comprar una casa juntos. Su pareja es de Manchester, Inglaterra, y se conocieron a través de una red social. Desde entonces todo fluyó de manera positiva y hoy lo acompaña a cada paso.
Fanáticos de Argentina
En cuanto al reconocimiento internacional de nuestro fútbol en el exterior, Facundo notó que su identidad argentina y su experiencia en este deporte lo hicieron muy popular en los países donde estuvo.
«He llegado yo a firmar camisetas de la selección, al punto de decir ¡qué locura! pero no una, cien. He firmado en campamentos de fútbol en ciudades remotas. Aparte, los promotores de esos talleres te venden como que sos argentino, entrenador y demás, eso realmente pega mucho allá«.
El rugby argentino también es reconocido en el país insular, admiración que según Facundo, se ha gestado en los últimos 15-20 años.
“En Nueva Zelanda nos tienen súper bien valorados para el trabajo. Ademas, a nivel social, la comunidad de latino está creciendo muchísimo acá y no solo por el fútbol, que ellos realmente consumen muchísimo fútbol (acá es el cuarto deporte, diferente de China por ejemplo)”.
Volver
A pesar de la distancia con Argentina, Facundo intenta visitar a su familia y amigos con regularidad. Los vínculos tiran y si hay algo en lo que coinciden los compatriotas en el exterior, es que en ningún lado se viven los vínculos afectivos como los vivimos acá. Los mates, el asado y esa facilidad para compartir momentos especiales donde sea y en cualquier momento. «Acá para organizar un encuentro con alguien lo tenés que hacer con mucha anticipación», cuenta.
«Valoro muchísimo lo nuestro, en el sentido que cada vez que voy uno se vuelve prendido a fuego con ese aura. En ningún lugar del mundo hay esa conexión entre personas, por más mal que esté la economía«.
Durante la pandemia, llegó a replantearse su futuro y su permanencia en Nueva Zelanda, donde lleva siete años. Aunque nunca planeó quedarse tanto tiempo en ese país, la oportunidad de obtener la residencia permanente dentro de poco lo empujó a quedarse.
«No tengo planes de regresar a la Argentina en el corto plazo, con lo que me costó en inglés y lo laboral, dar el salto en lo laboral… Porque con los años apreciás eso, tener trabajo estable y que solamente te tengas que dedicar a eso. Después de tantos años, valoro la posibilidad de seguir al menos un poco más. No te digo toda la vida, porque no. Pero entre cinco y ocho añitos más si, dándole fuerte«.
Mirando hacia futuro, Facundo sueña con volver a la tierra natal para hacer lo que le gusta, no por el dinero, ni para seguir agrandando el cv, sino simplemente «volver, ni tan viejo ni tan joven, a disfrutar de todo el resto”. Por eso, sobre la posibilidad de dirigir o formar parte de un Club en Argentina, no lo duda en absoluto.
“En el periodo de la pandemia estuve valorando independiente de Mendoza. Había sido una opción, Maipú había sido otra opción. Mi sueño sería terminar en Argentina. Decir “che, no necesito la plata, lo hago porque realmente me gusta”. Un club en Buenos Aires también me encantaría. O un torneo provincial, no sé, en La Pampa, que no lo hice nunca, sinceramente ¿Por qué no?”.
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Facundo tiene sus objetivos puestos no solo en seguir trabajando, sino también en continuar viajando. «Me pica mucho el bichito por ahí de seguir explorando un poco más, viste», dice. Según él, viajar no se trata solo de recorrer lugares, sino de sumergirse en diferentes culturas y contextos.
«Más que viajar, se trata de estar en contacto con lo que yo hago en otras culturas, ver cómo cambia en otro contexto. Las anécdotas nuevas que surgen, adaptarte a nueva gente, nuevos desafíos, nuevos idiomas también. Lo que más disfruto es eso, adaptar lo que hago a un contexto nuevo. Estar envuelto en un ambiente deportivo, con gente que se ha criado de otra manera, que se asocia de otra manera. Eso es realmente lo más lindo«
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