Ellas cuatro son madres, son hijas, son hermanas y compañeras de la brigada que hace unas semanas fueron a combatir el fuego a Misiones. Ellas querían devolverle un poco de amor a su pueblo, “aportar un granito de arena”, ellas se certificaron en manejo del fuego y luchan para controlar el avance de las llamas. Ellas son bomberas y son pampeanas.
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Para viajar a los incendios de Misiones, la provincia de La Pampa realizó una convocatoria en todos los cuarteles y la Jefatura designó a 20 personas: 16 hombres y cuatro mujeres. En cuanto les preguntaron, todas, sin dudarlo dijeron “sí”.
Al principio fue difícil. Ellas no conocían Misiones, no conocían el trabajo en ese tipo de terreno. Para apagar el fuego tuvieron que combatir el clima, la incertidumbre, meterse de lleno en la selva, con la dificultad de caminar por los senderos y el uso de las herramientas. Porque en la llanura y los montes de La Pampa el fuego se combate distinto.
En Misiones, los montes son altos y cerrados, y en la selva hay una gran cantidad de material combustible, subterráneo, por lo que tuvieron que hacer mucho trabajo manual: se les enredaban las herramientas, tenían que caminar largas distancias con sus mochilas de 20 litros de agua a cuestas. Pero tenían un objetivo claro: apagar el fuego.
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Carla Herrera
Tiene 32 años y pertenece al cuartel 38 de la localidad de 25 de Mayo, La Pampa. Es empleada de maestranza. Vive con su hijo de 11 y su papá de 63 años. Eligió ser Bombera Voluntaria porque desde que era muy chica sintió la necesidad de ayudar a la gente de su pueblo.
Hace más de tres años se enteró de una capacitación que se dictaba para convertirse en bombera voluntaria. Carla cumplía con todos los requisitos y, sin dudarlo, se anotó y se recibió de bombera. Encontró en esa capacitación la mejor manera de ayudar a otros, la posibilidad de ayudar a su pueblo.
Se hace sentir con fuerza el feminismo en el cuartel 38: ellas son mayoría, trece mujeres y cinco varones. Ellas le hacen frente a cada salida, porque en el cuartel son todos iguales y no se plantean diferencias entre varones y mujeres. Se cuidan entre todos, se apoyan y se acompañan.
En cuanto le preguntaron si estaba disponible dijo que sí. “Estaba muy contenta y agradecida con Dios por esta oportunidad”. Para Carla la experiencia fue magnífica, si bien el terreno era muy diferente al de La Pampa, “fue una experiencia dura y hermosa”. Pero antes de salir de su casa siempre le pide a Dios que la cuide, que en su casa siempre la esperan.
“Estoy orgullosa de haber podido ser parte de esta brigada que fue en representación de todos los pampeanos y pudimos dejar a La Pampa bien en lo alto. Me siento muy orgullosa de la brigada, de mis compañeros, de mis compañeras, de cada pampeano”.
Carla Herrera
Carla cuenta que era muy triste ver cómo se estaba quemando todo, ver cómo la gente estaba perdiendo sus casas, sus campos, sus sueños. Si bien iban a trabajar de algo que tanto les gusta, el desamparo nunca es agradable de ver. Eran hermanos argentinos perdiendo lo que les va a llevar años recuperar.
“Sin dudas fue una hermosa experiencia que va a quedar por siempre en mi corazón”.
Carla Herrera
Pamela Avalo
Tiene 38 años. Como Carla, pertenece al cuartel 38 de 25 de Mayo. Es Trabajadora Social y trabaja en el Hospital de la Ciudad. También es fotógrafa y bombera voluntaria. Es mamá de una nena de 17 y de un varón de 10 años y está casada hace 20 años con quien, actualmente, es el jefe del Cuartel de Bomberos.
Pamela cuenta que en la localidad había muy pocos policías que actuaban como bomberos. Había pocas herramientas y no estaban bien equipados. Hasta que se presentó la posibilidad de ayudar y de ser parte de ese nuevo cuartel. Entonces se anotó. Una vez adentro se convirtió en una vocación desinteresada y se convirtió en parte de su vida diaria, en una pasión.
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“Es el cuartel que más mujeres tiene y me siento muy orgullosa de pertenecer a un cuartel donde nuestro rol está bien designado y estamos muy bien acompañadas por los hombres del lugar. Todos trabajamos de igual a igual y con las mismas posibilidades”.
Pamela Avalo
Todavía se enfrentan a algunos prejuicios externos: la gente piensa que ellas van a abastecer a sus compañeros. Pero ellas van a trabajar, se cargan las mochilas al hombro, usan las motosierras, los machetes, codo a codo, enfrentan el calor, las cenizas, el fuego.
La decisión de ir a Misiones fue inesperada. Del cuartel de 25 de Mayo viajaron Carla, el jefe (que también es su marido) y Pamela, los únicos tres que certificaron a nivel Nacional para ser brigadistas en Manejo contra el fuego, lo que les da la posibilidad de que cada vez que haya un incendio en otras provincias puedan ir.
“En cuanto salió la convocatoria no dudé ni un momento. Nosotras estábamos esperando este momento. Nos preparamos y nos alistamos para viajar”.
Más allá de todo lo feo, el desastre ígneo a nivel nacional y las familias que pierden sus recursos materiales, económicos, todo, para ellas, las brigadistas, fue una experiencia maravillosa que les dio la posibilidad de demostrar que la brigada pampeana está a la altura de las circunstancias. Experiencias que los fortalece como equipo y como brigada.
Antes de irse de su casa, Pamela abrazó fuerte a sus hijos y le mandó un mensaje a su mamá. Dice que lo tiene que hacer sí o sí para irse tranquila. Ser bombera no es una tarea fácil, pero sus hijos entienden y comparten esa pasión.
“Pudimos demostrar que como mujeres también estamos a la altura de poder trabajar en cualquier terreno. Feliz de haber sido parte de esta misión”.
Pamela Avalo
Melisa Welch
Melisa tiene 30 años y es de General San Martín, La Pampa. Es estudiante de veterinaria, hace diez años que es bombera y hace aproximadamente cinco es parte de la brigada forestal de la Provincia. Vive en Pico con su pareja y es hija única de madre soltera.
Hace muchos años, Melisa vio el trabajo del cuartel, los vio actuar, pero todavía era muy chica. Tuvo que esperar hasta ser mayor de edad. Un día la invitaron a conocer el cuartel, se acuerda de que fue un sábado y que no quiso salir más. Se enamoró del lugar y de todo lo que implica ser bombera voluntaria.
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Eligió esa vocación porque admira y respeta el accionar desinteresado del sistema, poder ayudar a la gente y a los animales sin esperar nada a cambio: “Es lo que hace la diferencia, es lo que me llena el alma”.
Melisa se capacitó, trabajó para ser mejor y con el tiempo pudo demostrar que está muy capacitada y a la altura de poder trabajar igual que un varón. “En mi caso nunca me jugó en contra el ser mujer, todo lo contrario, me adapté y trabajo codo a codo con todos, siempre me siento muy a gusto y muy aceptada a dónde me toque trabajar, me gané mi lugar demostrando que si se quiere, se puede”.
Cuando llegó la convocatoria no dudó ni un segundo, una provincia hermana necesitaba ayuda, así que fue a aportar su granito de arena, a hacer lo que mejor sabe hacer.
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“Mi primer incendio fue en un monte de 1500 hectáreas. Cuando llegué al lugar, me asusté. Cuando vi tanto fuego no sabía qué hacer. La realidad es que 1500 has no es tanto fuego, hay peores, pero al principio sentí miedo. Hoy amo lo que hago, cada salida es un aprendizaje, cada salida es conocimiento. Tomé la decisión de enfrentarme a esto y soy feliz de haber elegido está hermosa profesión”.
Melisa Welch
Alma Victoria Tassone
Alma tiene 22 años y es de Victorica, La Pampa. Trabaja en el Municipio, en el departamento de compras. Vive con sus papás y su hermana más chica que también es cadete de bombera.
En 2020, en plena pandemia, surgió la convocatoria. Ella quería ayudar, le gustaba pensar en dejarle algo a su comunidad y sintió que era su manera de retribuir a la sociedad, aportar en lo que más pudiera, dar lo mejor de ella en cada oportunidad.
“No voy a decir que es fácil ser mujer en un contexto donde la mayoría son varones. Pero una tiene que ganarse su lugar. Nosotras hacemos las mismas tareas que ellos. Nosotras no vamos a dejar de hacer actividades en algún siniestro o en algún incendio por ser mujeres. Nos cuidamos entre todos, todos somos iguales”.
Alma Victoria Tassone
El trato y el trabajo con los compañeros de cuartel y con los brigadistas con los que le tocó viajar siempre fue con la mejor onda, con mucho compañerismo, mucha hermandad y siempre aprendiendo del otro.
“Conocer las limitaciones de uno y hasta dónde se puede llegar y saber que siempre se puede dar un poco más no tiene nada que ver con ser mujer. Al fin y al cabo nosotras somos tan capaces como ellos”.
Alma Victoria Tassone
El último día en Misiones. Nunca dudó de la convocatoria a Misiones. Fue el primer viaje que hizo como brigadista. La única anécdota que le gusta contar es la del último día que estaban combatiendo, haciendo guardia y ceniza, tratando de enfriar todos los focos calientes. Y escuchan que se viene la tormenta. Y empiezan a pedir para que llueva. Y se largó a llover con todo. “Fue una felicidad indescriptible, extrema. Con la lluvia lloramos de felicidad”.
Carla, Pamela, Alma y Melisa son orgullosas bomberas. Dan su vida cuando el calor golpea, cuando el calor azota. Pisan fuerte, ayudan como pueden, no se resignan y le ponen el pecho al fuego. Ellas no están solas, ellas son pampeanas, ellas son mujeres.
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