Juan Manuel Giménez (47) tiene una Luna de cinco años. Juan es autodidacta. Juan fue músico, tocaba el violonchelo y tocó en una banda de rock. Juan fue entrenador de BMX y dio clases hasta hace muy poco. Juan se fue de su casa cuando era muy chico. Un día tuvo diferencias con su papá y la mejor manera que encontró para manifestar su descontento fue pintándolo en una pared.
Juan, hace muy poco y en colaboración con la Fundación Ayudándonos, pintó dos murales en distintos puntos de la ciudad de Santa Rosa. Estas pinturas tienen la intensión de interpelar a la comunidad, pero sobre todo a los hombres, sobre lo que significa en esta época una “buena masculinidad”.
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Él sabe qué fue lo que lo motivó a empezar a pintar y simplemente se animó. El dibujo de su papá fue su primer dibujo, directo en una pared, de manera casual, una verdadera necesidad. “Arranqué con mi viejo, todavía no hacía nada figurativo, eso era para mí y supe por su expresión que era él. Después de algunos años volví y lo hice más figurativo, lo restauré y completé el mensaje”, dice Juan.
Quizás por eso le costó un poco más, quizás por eso todavía siente que tiene que remarla y remarla, pero si hay algo que le enseñó el deporte es a no rendirse, es a insistir, es a dedicarle su energía a seguir, a dar siempre un poco más, a ser disciplinado.
Juan se lanzó a la aventura: “No tenía idea de pinturas, de trabajar una pared, no sabía ni preparar los colores, nada, tenía una sensación inexplicable. Me acuerdo que de chiquito, cuando iba a la primaria, me aburría tanto que agarraba las tizas del pizarrón y con una aguja calaba figuras en miniatura. Creo que fue así como se me despertó lo que tiene que ver con el arte”.
Antes de que surja la crisis del 2000, en el 98´, Juan sabía que el país no estaba bien y con todo lo que se estaba viviendo, como una manera de expresión, le nació salir a pintar murales. En ese momento estaba enamorado del violonchelo y, más allá de que las artes son muy distintas, sabe que hay una conexión entre las actividades que uno elige.
Es más, su firma en todos sus murales es su nombre y apellido y, al lado, un violonchelo. “Me marcó tanto que lo adopté como mi firma, mi sello propio”. Porque Juan no es solo los murales que hoy pinta, sino toda su historia. Quizás es por eso que pinta murales, para poder contar todo lo que hay adentro suyo.
“Al principio pintaba para expresar estados de ánimo. Empecé con las paredes y fui encontrando que lo que hacía era arte urbano o muralismo. Después entendí de qué se trataba y tenía más que ver con un mensaje social, con un qué decir, pintar para el entorno y por el poder social que tiene un mural”.
Juan Manuel Giménez
Durante 20 años fue entrenador de BMX y dio clases hasta hace muy poco. En el 2014 dejó de dar clases y se puso de lleno con los murales. Para poder hacerlo necesitó de todo el apoyo de su pareja y de su familia, porque “uno solo no puede abrirse camino, creo que es muy difícil”, comenta.
¿Cómo es vivir del arte y del muralismo?
“No es fácil, hay que tener pasión y conducta. Yo para vivir de esto tengo que dar clases en escuelas, talleres, en comedores y acomodar los horarios para que me quedé tiempo para salir a pintar. Siempre traté, acordado con mi pareja, tener espacios para poder desarrollarme en lo artístico, porque no es nada fácil elegir el arte, no es algo que te va a llenar de plata, pero bueno, cuando uno se juega por lo que uno hace, pasa a ser otro, ¿no?”.
Hoy en día, Juan está muy contento de poder elegir qué trabajos hacer: “También en eso me siento muy afortunado. Hace tiempo que me interesa trabajar con gente que valore mi trabajo. Hacer eso fue un clic y me costó mucho hacerlo. Trato de definirme y trato de imponer mis obras”.
En cuanto al mural “Por buenas masculinidades”, fue un trabajo en conjunto con la Fundación Ayudándonos y esa fundación se ocupa de dar muchas capacitaciones en contra a la violencia de género.
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“Yo venía trabajando con ellos y me propusieron esta idea y les presenté un proyecto, una idea que fue consensuada en base a lo que se quería decir y bueno, surgió ese boceto. Ahora pinté otro con esa misma temática, pero con otra imagen”.
Juan Manuel Giménez
¿Por qué pintar estos murales? Para visibilizar lo que viven las mujeres, las desigualdades en las tareas de cuidado, en las tareas domésticas y las diferencias económicas. Para seguir hablando de las situaciones de violencia, porque más allá de que estos temas hoy se hablan y discuten, todas esas diferencias siguen estando.
“Pinté esos murales para mostrar lo que les pasa a todas las mujeres, para que alguien que mira el mural se pueda plantear que hay otras maneras. Buenas masculinidades apunta a eso. Gracias a Dios, hoy en día avanza la lucha de las mujeres y se visibiliza. Pero falta mucho y esta es una manera de que empecemos a pensar en que existen otras maneras de llevar adelante las relaciones. No todo es como antes, por suerte, por más de que sigan habiendo situaciones de violencia. Esta es una manera de decir algo. Los murales son básicamente eso, decir algo, marcar las diferencias, que la gente se pregunte cosas, que no solo vea colores lindos”.
Juan Manuel Giménez
En el mural que pintó en calle Pichihuinca, entre San Jorge y Victoria, a Juan se le ocurrió retratar a una mujer que en su espalda carga con un niño, un lavarropas, una escoba, un balde, una plancha, los platos, carga con mucho, le pesa, pero esa mujer no se resigna, es una mujer fuerte, o tiene que serlo, porque sabe que no le queda otra.
“Ese mural fue para marcar la desigualdad en cuanto a la mujer, vos fíjate que es una ironía que haya un mensaje que diga por buenas masculinidades y la imagen está diciendo otra cosa. En realidad ahí de buena no hay nada, porque la mujer está cargando con todo, entonces en este primer caso lo que queríamos generar era impacto, que la gente se quede pensando en cómo son las buenas masculinidades y qué es lo que no está sucediendo”.
Juan Manuel Giménez
Hay un doble juego en ese mural, dice Juan, porque esa mujer que está llevando a un niño, que está llevando todo, “no es débil, es una mujer empoderada. Yo nunca busqué victimizar a la mujer, sino interpelar al hombre, que el varón pase y diga che mira, es injusto ¿no?”.
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A Juan no le gusta tener que estar explicando lo que significa el mural, pero viene por ahí, en ver las injusticias que sostenemos como sociedad ante la mujer, “cargar con todo lo que es la maternidad, la limpieza, que son cosas que tienen que ser compartidas”.
“Venimos de una cultura machista y es necesario empezar a romperla. La pregunta es ¿cómo un hombre dibuja este mensaje? Por ahí va la cosa, hay que involucrarse para poder modificar un poco esta situación. Lo único que no pude hacer fue encontrar la manera de poner en el mural la desigualdad económica, es muy difícil marcar eso en un mural, traté, pero bueno, siempre hay cosas que se van escapando”.
Juan Manuel Giménez
El otro mural de la serie está en la calle Juan XXIII y Brasil, Santa Rosa. Este mural es distinto: hay un hombre que le está dando una mamadera a un bebé. Es un hombre involucrado en la crianza. En esta pintura en verdad se puede hablar de una buena masculinidad.
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Juan también es el artista detrás de los murales del niño afro y el Lucio, que se pintó como recuerdo de todos los compañeritos del jardín. Ambos murales tuvieron gran impacto. El último que pintó es el de una niña, también sobre la calle Pichihuinca. Todos sus pinturas, además de hacer más linda la ciudad, buscan dejar un mensaje. Por eso Juan pinta y pinta y sigue pintando, porque algo de todo eso quedará.
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