En el marco del mes del #8M, desde #LPN presentamos una seria de notas dedicado a contar historias de mujeres y feminidades en La Pampa.
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Hace aproximadamente dos décadas, la dominicana Maribel González (43) trajo el calor y el encanto de su tierra natal a Santa Rosa. En el marco del mes de la mujer, desde #LPN contamos la historia de la dominicana que eligió venir a vivir a La Pampa por amor, en un viaje por su cultura y la experiencia en el país que hoy es su hogar.
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Maribel se enamoró de un pampeano que conoció por Internet, él viajó a conocerla y se unieron todavía más. Así fue que tomó la gran decisión, a los 20 años, de venirse a vivir con él, con la bebé que esperaban juntos y el pequeño hijo de ella. Con el tiempo, se ganó un lugar en la comunidad local con su peluquería Mirel, ubicada en la calle Pío XII.
Nació en 1980 en Santo Domingo, Republica Dominicana y desde que es muy pequeña supo que quería ser peluquera:
«Creo que a los 13 años ya tenía una tijera en la mano. Desde chiquitita buscaba una cubeta de agua, shampoo y a los niños que estaban afuera jugando les ponía una capa y les lavaba el cabello gratis«.
Maribel
A los 15, gracias a los conocimientos que adquirió de su tía peluquera, Maribel se graduó. «Después me fui a estudiar, aprendí todo y me titulé«, agrega. En su país, la peluquería no se limita al corte y peinado del cabello, abarca una amplia gama de servicios de belleza. «Para graduarte tienes que ser manicurista, pedicurista, maquilladora y saber hasta perfilado de cejas», explica.
Maribel es morena, alta, de caderas anchas y curvas pronunciadas, típica contextura física centroamericana. Sus ojos, profundos y oscuros, contrastan con su sonrisa, amplia y luminosa. Una belleza tan exótica no pasa desapercibida en una sociedad como la nuestra. Y si bien es bellísima, ella dice que las lindas somos las argentinas. Al menos esa es la idea que tienen en su país: «Nosotros siempre decimos que las argentinas son preciosas. Ustedes dicen que somos nosotras, pero ustedes tienen ojos claros, el pelo re lindo, lacio«.
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Cuando llegó a La Pampa, aunque su exesposo trabajaba, no quiso quedarse en la casa. Su espíritu eléctrico y pasión por la peluquería la impulsaron a seguir capacitándose. Así completó lo que ya sabía con el conocimiento que le transmitieron el maestro Mitchell Jaime y su esposa en la peluquería de la calle 9 de Julio.
«Para mí fueron un ejemplo y una familia. Él era muy exigente, pero todo lo que soy es gracias a él, más allá de que una se va perfeccionando y va haciendo más cursos. Michell más que un profesor, era como un padre, un gran maestro«.
Maribel
Un trabajo dedicado
Cualquiera de sus clientas puede dar fe de la meticulosidad y perfeccionismo con la que trabaja en cada sesión. «Hasta no verte perfecta no te suelto«, suele decir. Su servicio incluye corte, color, brushing y, si hace falta, peinado y planchita.
Reconocida como una de las mejores coloristas de la ciudad, se especializa en rubios platinados y es capaz de lograr tonos bien brillantes y definidos. «Aquí combatimos los naranjas«, cuenta, refiriéndose a los desafortunados resultados de tintes mal aplicados en otros lugares. Como cualquier peluquera, en su propio pelo, naturalmente crespo (ella le dice «mota») le gusta hacerse de todo.
«Por ahí si quiero me hago rulos, si quiero lacio, lo tengo lacio y si quiero trenza, me hago trenza. Mi nena también tiene pelo mota. Antes no le gustaba, pero ahora sí y le hago de todo«.
Maribel
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Contrastes culturales
La isla en la que nació, conocida por sus paradisíacas playas, clima tropical y sol eterno, poco se parece a esta Pampa Húmeda. Sin embargo, lo que más extraña es la cultura alegre de su gente.
«Allá la gente siempre anda con buen humor, contentos y bailando. Extraño pasar la navidad allá y los fines de semana, cuando todo el mundo está en la calle. Todos se saludan, los supermercados están abiertos y la gente está más afuera, escuchan más música, bailan, están en los colmados (tiendas de barrio), tomando una cervecita, un licor o algo«.
Maribel
Los domingos, sociales, alegres y divertidos, son muy diferentes a nuestros domingos en familia, donde cada cual descansa en su casa. «Aquí sales a la calle y parece un cementerio«, opina. A pesar de ello, Maribel dice agradecida: «Amo mucho a los argentinos, me llevo re bien. Siento que soy querida» .
En República Dominicana, la actitud ante la vida no es la única diferencia con otros países. Si bien se valora el trabajo, hay diferencias. Los trabajos en empresas -en su mayoría extranjeras y estadounidenses- suelen ser temporales, lo que hace que la gente tenga que buscar diferentes empleos durante su vida. Esto es diferente a la idea de tener un trabajo estable para toda la vida y jubilarte en ese lugar, que es más común en Argentina.
«Mi papá tiene zapatería y mi mamá trabaja ahora en una escuela, pero antes trabajaba en un hospital. Allá los trabajos no son permanentes, cambian. No es como acá, que te jubilas en el trabajo de toda la vida. Cada cierto tiempo, hay muchas empresas que son de Estados Unidos que cierran, te liquidan y te vas a otra. Tienes que tener varios trabajos además. Yo fui crupier de blackjack y me fui a Punta Cana a trabajar de eso«.
Maribel
A 20 años de su llegada, ya no está en pareja con el padre de su hija, pero mantiene la mejor relación. En este tiempo, supo convertirse en jefa de hogar, propietaria de su casa y negocio. Aunque no descarta la posibilidad de irse a trabajar alguna temporada a Estados Unidos, donde vive su hermana, está segura de que es La Pampa en donde quiere pasar el resto de su vida. «Si me voy a trabajar, volvería para jubilarme acá. No lo cambio por nada».
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Esta decisión habla del profundo amor y sentido de pertenencia que encontró en este lugar que ahora llama hogar.
«Soy de ser muy cariñosa por mi cultura, pero también respetuosa, por eso nunca me he encontrado ningún problema y creo que no me lo voy a encontrar. Este es un país muy solidario, como allá también lo recibimos de esa manera y los queremos. Así que yo amo a Argentina. Y a Dominicana también«.
Maribel
La peluquería Mirel queda en Pío XII 1002 (esq. Emilio Civit), Santa Rosa. Para solicitar turno comunicarse al 2954-583180. En Instagram @peluqueriamirel
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