Ana Paula Varón (28) nació en Santa Rosa y recuerda que desde que es muy chica generalizaba plantas, animales y tenía un especial interés por la naturaleza. En el secundario eligió la orientación en Ciencias Naturales y cuando cumplió los 18 tomó la decisión de irse a estudiar a Córdoba la Lic. en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Córdoba. En 2022 se recibió, pero ella quería más, quería viajar y conocer otros ecosistemas.
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“En la carrera estudié un poco sobre Australia, era muy interesante para mí venir a conocerlo, desde el lado de la biología, hay una gran cantidad de especies: fauna, flora, todo muy rico y muy hermoso”.
Ana Paula
En la voz se escucha el tono de revelación. Australia estaba lejos, hay una diferencia horaria de 14 hs. y quizás nunca había pensado viajar allá, quizás sí, pero en ese momento apareció como una posibilidad, como un mundo a descubrir.
Con una amiga de la facultad se pusieron a charlar y buscaron la manera de hacer posible el viaje. En la búsqueda se cruzaron con diferentes tipos de visa y entre esas estaba la Working holiday, que les permitía trabajar y viajar al mismo tiempo. Lo que las apuraba era que la visa tiene un límite de edad: hasta los 30 o 31 cumplidos.

“En ese momento, con mis 27, supe que la oportunidad era ahora. Con mi amiga planeamos bien el viaje y tuvimos que rendir un examen de inglés, que es uno de los requisitos para poder aplicar. Después de todos los trámites que nos llevaron casi tres meses, nos aprobaron en enero de 2023”.
Ana Paula
Si bien el viaje al principio no fue muy planeado, con el pasar de los meses se volvió una realidad. Ana y su amiga sacaron los pasajes y a fines de marzo del 2023 emprendieron el viaje.
“Siempre tuve dudas sobre mi futuro, sobre qué quería hacer, a dónde quería ir. Primero había pensado en irme a España, quería tener una experiencia en el exterior, buscar trabajo, conocer otras culturas, además de que la situación de la ciencia en la Argentina está bastante complicada”.
Ana Paula

Aunque el destino era otro, Ana continuó con su plan. Se fue para Australia. “La idea en verdad me encantaba, Australia es un país hermoso”, dice con alegría. Cuando llegaron a Sydney, se encontraron con una ciudad muy grande, llena de gente, de turistas, con muchos edificios, muchos autos, mucho caos y se les generó una mezcla de felicidad por haber llegado, pero con un poco de ansiedad.
Todo era incertidumbre y tenían que acostumbrarse al idioma, al transporte público, a las calles, a chequear todo con Google Maps. Se encontraron con que Sydney era una ciudad muy grande, llena de gente y de edificios, pero también repleta de Parques Nacionales, playas y espacios verdes.
“Lo que más me interesa son las plantas y los animales, pero me llamó mucho la atención que en Sydney todo funciona muy bien y que en el transporte público, ya sea el tren, los colectivos o los tranvías se puede acceder a cualquier lado, todo funciona en horario y hay transporte todo el tiempo”.
Ana Paula
“Otra cosa que también me sorprendió es que los australianos son muy amables y muy respetuosos, pero son muy distantes, muy fríos, acá nadie se saluda con un beso, te pueden llegar a saludar con la mano, pero con mucha distancia”, dice Ana y agrega: “Al principio eso me chocó, nosotros estamos muy acostumbrados a saludar con un beso y esa fue una de las cosas que más me llamaron la atención”.

Si bien las chicas están en Australia, siguen viajando y planificando sus viajes por el país. Ellas se hacen compañía y son un apoyo constante la una con la otra. “La compañía es fundamental porque cuando uno llega a otro país se siente un poco solo y extrañas a tu familia, a tus amigos, entonces es muy bueno y contenedor estar acompañado”.
El primer trabajo que tuvo Ana en Sydney fue de jardinera y la experiencia duró cinco meses. Ese trabajo le permitió ahorrar, conocer gente, salir a la calle, mantener limpios los espacios verdes, las plazas y los boulevards. Dice que disfrutó mucho de esa experiencia.
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Después se fueron a Queensland, más al norte de Australia, a un lugar que se llama Sunshine Coast. “Ahí trabajé en poda de árboles, un trabajo bastante difícil, complicado, pero entretenido. Trabajamos en eso porque fue una de las primeras cosas que encontramos. Cuando alguien viaja con una visa working holiday, tenés que hacer 88 días de ciertos tipos de trabajo que te permiten poder extender la visa un año más”.
Al tiempo se fueron a un pueblo que se llama Orange, que está más cerca de Sydney y en ese pueblo trabajó de “packing de cherries”, en el empaquetado de cerezas. “Ahí me hice muchos amigos de Francia, de Taiwán, asiáticos e italianos”. Las aventuras no frenan, la curiosidad tampoco, así que ahora están buscando trabajo en Tasmania.

“Australia es un país que tiene muchísimos ecosistemas, biomas, tiene montañas, playas, desierto. Tiene playas hermosísimas, bosques hermosos, también tipos selvas muy lindas. Para el sur, cuando estuve en Orange, había algunos lugares del camino que me hacían acordar a La Pampa porque había mucha llanura, había mucho campo”.
Ana Paula
A Ana le gusta encontrar las coincidencias entre Australia y La Pampa, sabe que hay algunas cuestiones climáticas que son parecidas, pero que otras también son muy diferentes. “Australia no deja de sorprenderme y me queda muchísimo por conocer, más que nada para el norte donde están los animales que me encantan y que todavía no pude ver como las serpientes, los cocodrilos, las arañas, las aves, ese es el próximo plan”.
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Por el momento, Ana no tiene pensado volver, quiere quedarse un año más, es decir, todo el tiempo que le dure la visa. Su objetivo es viajar y recorrer todo lo que pueda, ir a parques nacionales, ver más y más animales, hacer trekking y aprovechar lo más que pueda de estos tres años en Australia.

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