En el sureste de la provincia, si uno viene por la Ruta Nacional 35 y toma un pequeño tramo por la Ruta Provincial 154, después de unos pocos kilómetros de ripio arenoso, se encuentra con Hucal. Allí, en lo que sería el casco del pueblo, se ubican un puñado de casas, algunas en ruinas. El único camino que intercepta el recorrido lleva, por la derecha, a lo que fue la estación de trenes, y por la izquierda, a la estancia homónima.
El desarrollo de Hucal, como el de muchos otros pueblos pampeanos, estuvo marcado por la llegada del ferrocarril. La estancia que dio nombre al pueblo fue establecida en 1883 por Antonino Cambaceres y es reconocida como el primer predio rural de la región, con 80,000 hectáreas. En 1890, parte de estas tierras se usaron para construir una colonia ferroviaria, lo que marcó la llegada del ferrocarril a La Pampa.
En sus años de esplendor, la colonia ferroviaria tenía una gran infraestructura, incluyendo un galpón para el mantenimiento de locomotoras y varias casas para empleados. En el censo de 1942 alcanzó su máxima población: 1,119 personas.
Sin embargo, a finales del siglo XX, la desaparición del servicio ferroviario llevó a la emigración de la mayoría de los habitantes. Las construcciones abandonadas del ferrocarril fueron vandalizadas, y muchas de las casas del pueblo también sufrieron daños. Lo único que continuó funcionando fue la Escuela Provincial Nº 118.
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Hucal en la actualidad
Hoy, Hucal posee la mística de un pueblo fantasma, característica que comparte con otras localidades de La Pampa donde alguna vez pasó el ferrocarril. De hecho, sus imponentes talleres ferroviarios aún se mantienen en pie, aunque abandonados.
Sorprende a todos los visitantes un inmenso galpón de estilo inglés de 1600 m2 para la reparación y mantenimiento de locomotoras, que aún sigue en pie.
Esta realidad comenzó a cambiar cuando Ángel Ricardo Gossio, conocido como Tito, un antiguo residente, decidió convertir un deseo personal en un proyecto colectivo: devolverle el esplendor al pueblo. Con ese objetivo, convocó a antiguos residentes y otros interesados para formar la Asociación «Hucal Despierta» en 2011.
«Me encariñé con este lugar después de muchos años, porque estuve desde el 60′ hasta hace tres años viviendo en Santa Rosa, tuve mis negocios, todo eso. Pero hace tres años decidí venir a vivir del todo a Hucal. Formé la asociación y hemos trabajado bastante, porque esto cuando llegué estaba totalmente saqueado, abandonado».
Tito es una de las cuatro personas que residen en el lugar, quienes se dedican a resguardar su patrimonio.
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«Estamos recuperando todo lo que podemos. Es un trabajo de hormigas, porque hasta ahora es únicamente esfuerzo, no tenemos ingresos de ningún lado. Acá tenemos, diría, una de las historias más importantes de La Pampa, es el primer lugar donde llegó el ferrocarril en la provincia, y el taller más importante del ferrocarril. Hay para hablar mucho rato de esto».
Conoce la historia de su lugar de memoria, por lo que se encarga personalmente de realizar las visitas guiadas, que son prácticamente gratuitas, y cada vez menos frecuentes debido a sus 77 años.
«Hay un montón de cosas que puedo contar. En la visita guiada que yo hago, para que te des una idea, voy contando cosas sobre la nada, porque acá se robaron todo, no quedó nada, quedaron muy poquitas casas del ferrocarril. Esa visita nos lleva dos horas y media, imagínate todo lo que puedo estar hablando».
Tito
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La estancia
Próxima a la colonia se encuentra ubicada la gran estancia. Una toponimia aceptada indica que el nombre proviene del vocablo mapuche «ucaln«, que probablemente significa «lugar apartado del camino principal». La estancia es notable por su lujosa construcción de estilo clásico y su Iglesia, la capilla San Diego.
Tito destaca la importancia histórica y arquitectónica de la estancia, que hoy en día es propiedad privada de la familia Bencich, conocida en la élite porteña. Incluye un casco principal con amplias salas y baños en suite, algo avanzado para su época, y mobiliario europeo original de alta calidad. También cuenta con un chalet de estilo inglés utilizado para la administración.
La capilla San Diego, bendecida por el Padre Buodo, es especialmente valiosa por su estilo gótico, altar de mármol de Carrara, detalles de incrustaciones de verde alpe y vitrales originales.
Desafortunadamente, los actuales propietarios no permiten visitas. «Esto es una pena porque la estancia tiene muchas cosas interesantes para ver, como un parque de carruajes espectacular», menciona Tito, que incluso llegó a tener algunos problemas con los dueños por esta cuestión.
Promesas incumplidas
El esfuerzo que día a día llevan adelante desde la Asociación implica un trabajo arduo y constante, que hasta el momento no tiene ningún rédito económico. Incluso, han intentado llevar a cabo numerosas acciones que, lamentablemente, se han visto obstaculizadas. Por ejemplo, habían solicitado vagones vivienda para el ferrocarril, pero el acuerdo no se concretó y quedó en la nada. A pesar de haber realizado múltiples trámites y firmado un convenio con la máxima autoridad, la Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado (ADIF), resultó que los vagones no pertenecían al organismo.
«Esto es responsabilidad del gobierno nacional. ADIF es la entidad rectora del ferrocarril en Buenos Aires y en todo el país. Este acuerdo se firmó el año pasado, creo que en enero o febrero, y fue ampliamente difundido en los medios, pero al final no pudieron obtener los vagones-vivienda y eran muy importantes»
Tito.
La magia
Dicen que las visitas guiadas por Tito, con sus anécdotas y explicaciones precisas, son tan especiales que quienes las experimentan quedan maravillados. Eso fue lo que le sucedió a Daniela Reale, profesora de Historia de Santa Rosa. Hace dos años y medio, Daniela descubrió, en sus palabras, «la magia de Hucal«. Todo comenzó con un paseo familiar en el que participaron de una visita guiada: «Tito transmite esa emoción por el lugar y por lo que fue Hucal. Pensé: ‘Aquí tengo que volver, este lugar es maravilloso«, recuerda Daniela.
Tan solo unos días después de la visita, Daniela se comunicó con Tito y le ofreció su colaboración en el proyecto. Desde entonces, con sus hijos como fieles acompañantes, la familia se convirtió en defensora del lugar, difundiendo su historia y participando de su preservación.
«Hucal fue un antes y un después en mi vida. Me hizo reflexionar sobre nuevas territorialidades y cómo las personas se apropian de los lugares, revalorizándolos».
Daniela.
Reale afirma que Hucal se convirtió en una especie de refugio que la ayudó a superar un momento difícil de su vida. «Me permitió conectarme con mi niñez. Yo crecí en el campo hasta los 17 años, y estar allí me hizo volver a mis inicios. Es un reencuentro«, asegura.
No fue la única. Estudiantes y profesores de la UNLPam, y hasta funcionarios del gobierno provincial quedaron encantados con esa famosa magia. Florencia Stefanazzi, profesional del turismo y trabajadora del sector en el gobierno de la provincia, también pudo vivir en carne propia la experiencia varias veces, tanto por su trabajo como por visitas como turista con familia y amigos.
«Me encanta la historia del lugar, es un placer escuchar a Tito con sus anécdotas y vivencias. También es muy enriquecedor conocer la historia a través de las investigaciones de la Universidad. Participé de un evento que se organizó hace unos años, creo 2016, un asado en el andén de la estación, con paseos en zorra, al cual asistió mucha gente».
Florencia.
Potencial turístico
Según Stefanazzi, los planes del gobierno provincial apuntan a potenciar el turismo de la zona, con la posibilidad de abrir más servicios en el sitio como proveeduría, gastronomía y alojamiento, y recuperar algunos aspectos edilicios, sobre todo de lo que fue la estación, que está en ruinas.
«Siento que estos sitios o las pequeñas localidades por donde ha pasado el ferrocarril tienen mucho potencial para mostrar y vincular la historia con el turismo. Debemos sumar estos recursos a los productos o atractivos vigentes e invitar al pampeano a recorrer nuestra provincia».
Florencia Stefanazzi.
Hucal pasó de ser un espacio inhóspito y saqueado, a ser un lugar revalorizado y activo gracias a su gente. Tanto residentes y ex residentes, como los visitantes que vuelven, ven en el lugar un pasado que vale la pena recordar, pero también un futuro por construir.
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