La actualidad nos obliga a reflexionar nuevamente sobre las ciudades en las que queremos vivir. Hay algo que se presenta como una verdad revelada: “no debemos volver a la normalidad, porque la normalidad es parte del problema”.
Diferentes ciudades del mundo (y en diferentes escalas) promueven la bicicleta como medio de transporte prioritario dentro de la ciudad. Son muchos los factores positivos en el contexto de la pandemia.
No sólo ayuda a respetar el distanciamiento físico entre las personas. Favorece el descongestionamiento del transporte público, reduce costes en movilidad y siniestralidad, y mantiene a las personas saludables psíquica y físicamente.
En el mundo sobran los casos de ciudades que están actuando en ese sentido. Y en Argentina algunas ciudades comienzan a transitar el mismo camino: políticas públicas a favor de la peatonalidad, y el uso de la bicicleta como formas seguras y preferentes de movilidad.
En la ciudad de Salta, se anunciaron en estos días, ensanches de veredas, peatonalización y exclusión vehicular en zonas céntricas. En Rosario, se realizan ampliaciones de la red de ciclovías, también se provee alcohol en gel en puestos de su sistema público de bicicletas, y se otorgan créditos a tasa cero por parte del Municipio para la compra de bicicletas.
En CABA, se anunció ampliación de veredas, puesta en marcha nuevamente del sistema público de bicicletas, el permiso para trasladar bicicletas en el subte, peatonalización de calles en zonas y horarios determinados, y la reducción de velocidades máximas.
Durante el confinamiento disfrutamos de la tranquilidad de nuestras calles. Observamos como disminuía a niveles nunca vistos la contaminación ambiental, sonora y visual en nuestras ciudades. También disminuyeron en números nunca visto los siniestros viales, nuestra otra pandemia.
Hoy más que nunca
En la provincia de La Pampa el 98% de los viajes urbanos son distancias menores a 6 km. La bicicleta se convierte en el medio de transporte mas eficaz para moverse.
En épocas de Covid-19, la bicicleta, nos otorga el distanciamiento físico necesario para evitar mayores contagios, y nos permite realizar los 30 minutos diarios de actividad física que recomienda la OMS (Organización Mundial de Salud).
El costo de compra de una bicicleta es bajo, y el de mantenimiento es menor aún. La bicicleta nos da la libertad que nó nos dan otros vehículos, y la posibilidad de movernos hasta cuando no tenemos dinero en nuestros bolsillos.
El presente nos interpela y nos obliga a pensar nuevas soluciones para las ciudades que vienen. Ciudades que tengan a las personas en el centro del diseño de políticas públicas, para garantizar una mayor equidad social.
Como nunca antes, la movilidad urbana sustentable impacta en términos de Salud Pública, contaminación ambiental, siniestralidad, habitabilidad, residencia y por ende, en la calidad de vida de las personas.
No podemos seguir postergando la implementación de políticas públicas integrales, necesarias para aprovechar todos estos beneficios.
Federico Moslares
*Abogado y CoFundador de Movilidad Sustentable La Pampa.
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