Según la opinión de muchos, los días de otoño son los más pintorescos en nuestra provincia. Y a pesar de que “hubo otros mejores que este” la naturaleza igual nos regala imágenes y momentos para disfrutar. Los colores, la vegetación, el clima, y una luz particular.
Damián Ávila (36 años) es fotógrafo -autor de las fotos de esta nota- vive en Ceballos, La Pampa, y desde sus alrededores retrata postales de la estación “Para mi es la estación más linda. El clima templado, las temperaturas son agradables, el colorido, la vegetación con sus dorados ocres, algunos rojizos, resultan con el sol, que al ser una iluminación más lateral, les da una textura y brillos inigualables.”
Fue un otoño distinto. Sin dudas. Tal vez sólo pudimos ver cómo el árbol de la vereda fue perdiendo su color y sus hojas. O desde un edificio observar cómo cambiaban las copas de los árboles. Algunos más afortunados, en el campo, observar cómo se va transformando toda la naturaleza. Los días pasan en todos los rincones.
María Eugenia desde la Estancia La Holanda Ortiz Echague también elige el otoño: “La casi ausencia total de viento permite disfrutar de la llanura pampeana con sus colores rojizos y anaranjados que es una maravilla. A su vez es una época donde el frío en su estado intermedio nos invita a disfrutar del encanto de unos matecitos al sol caliente. Y no podemos dejar de nombrar los atardeceres que se fusionan al caer la noche con los cielos más limpios, con mayor visibilidad de estrellas”.
Los días que empiezan con el equinoccio de otoño, entre el 20 y el 21 de marzo, y terminan entre el 20 y el 21 de junio, en todo el hemisferio sur, nos regalan postales inigualables.
“Es una de las estaciones más hermosas acá, y en cualquier lado” nos dice Jimena Asquini, de Cultivos Asquini, de General Pico (41 años). Técnica en Floricultura y docente, sabe muy bien de lo que habla: “es cuando las plantas empiezan a tener cambios metabólicos en sus hojas. Cambian sus contenidos y empiezan a desarrollar las antocianas, los carotenos, que son aquellas que les permiten el cambio otoñal, el color. De un verde, a un amarillo, naranja, rojo, ocre, dorado. Si a eso le sumamos que las gramíneas empiezan a tomar sus amarillos, marrones, el césped, empezamos a ver notas de color, que no las vemos en otra estación.”
Quizás lo disfrutamos tanto porque es la transición al invierno. Al frío. A las heladas. O porque es un remanso luego de los calores intensos que vivimos en el verano en esta región.
En fin. Como sea, y cómo se pueda. A disfrutarlo.
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