La iniciativa es de «Mujeres que no fueron tapa» un proyecto artivista y feminista de transformación social, cuyo objetivo es mostrar la forma en la que la cultura masiva reproduce y construye estereotipos de género y mandatos; desnaturalizarlos y hackearlos; y construir otras narrativas expandiendo las voces e historias de las mujeres que se construyen por fuera de esos modelos e imposiciones.
La campaña «Hermana, soltá la panza» propone llenar las redes sociales de panzas de mujeres reales este verano para «hackear el operativo bikini», es decir, desarmar el mandato de llegar flacas y esculturales a los primeros calores para lucirse en malla.
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Más de 1.100 mujeres ya enviaron sus fotos o videos bajo la consigna de la convocatoria, junto con los relatos de experiencias personales que vislumbran las dificultades de encajar en una sociedad culturalmente formada para ser flacas.
«Es la primera vez que me doy cuenta, a mis 38 años, que mi panza es normal, que es parecida a la mayoría de las panzas. Increíble cómo nos venden imágenes de cuerpo super minoritarios como si eso fuese lo normal o lo más común. ¡Qué loco hacer ese click y qué necesarios estos espacios para hacerlo!», dice uno de las tantas respuestas que disparó esta campaña y que pueden leerse en la cuenta de Instagram de Mujeres que no fueron tapa.
«Panzas de mamá e hija de 7 años, que todos los días dice que está gorda y sufre gracias a comentarios que le han hecho muchas veces personas adultas, un trabajo diario y tan difícil para enseñarle sobre el amor propio, el aceptarse, el saber que todos los cuerpos son válidos y hermosos. Hoy después de hacer un comentario sobre sus historias y me pidió que les mande una foto» fue otra de las respuestas a esta convocatoria.
En una entrevista con Télam la artista visual y referente de Mqnft, Lala Pasquinelli dijo que «si uno va viendo las publicidades y las imágenes de los influencers, uno nota que esto se va exacerbando porque ya no es sólo la panza chata sino que ahora lo que se exige es tener las costillas marcadas y una cavidad donde estaba la panza, que no está más. Este modelo de nuestros cuerpos cada vez más pequeños, descarnados, desvitalizados, es una invitación a la desaparición, a esto de no ocupar espacios literal ni simbólicamente».
La consigna «soltar la panza» implica todo lo contrario y apela a «soltar la incomodidad de estar apretada, soltar los discursos de odios sobre nuestros cuerpos y, reconocernos como somos ocupando el espacio material que ocupamos», concluyó.
Con información de Télam.
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