«Mis bisabuelos trajeron las plantas de Italia y España y comenzaron el cultivo de vid y olivos en el año 1912. Llegaron sin nada, siendo muy humildes, con eso, con lo que sabían hacer», así fue el comienzo de la bodega mendocina Alfredo Roca que hoy llega a todo el mundo.
En el marco de Vinéficas, un evento de tres días que se realizó en el hotel Mercure de Santa Rosa, la sommelier Carolina Roca -bodega Alfredo Roca– brindó una Masterclass.
Una ocasión para conocer de primera mano los secretos de los buenos vinos y de una bodega con más de 100 años de historia en Argentina.
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El negocio La bodega Alfredo Roca está hoy liderada por 3 hermanos. Aunque padre -Alfredo- y madre siguen involucrados. El 80% de la producción se exporta, pero aseguran que los mismos vinos que se toman en Argentina se toman en el mundo. «Calidad, calidad y calidad», esa es la premisa para ellos.
«Con sus 85 años hoy mi papá recorrió todos los viñedos. Y anoche estuvo a cargo de una degustación en la bodega», cuenta su hija Carolina mientras se queda sin voz de la emoción y el orgullo. Alma inquieta es el nombre del vino que le hicieron en su homenaje, haciendo honor a su espíritu incansable.

Hoy ya van por la quinta generación en la producción de uvas y viñedos, y la segunda en bodega. Aunque cuando llegaron al país los abuelos, a principios de siglo, con plantaciones muy pequeñas «no sabían ni qué traían», confiesa.
Carolina Roca.
“Como padres siempre nos demostraron la cultura del trabajo, el respeto a la comunidad, ser humildes, y dar gracias por lo que la naturaleza nos da. En San Rafael la naturaleza te empuja a hacer vinos de alta calidad: el suelo, el sol.»
Historia de un éxito
Cuando Alfredo comenzó con la bodega, en los años 50´ el argentino consumía 90 litros de vino por persona, por año. Hoy se consumen 20 litros. Previendo el futuro, en los 80´ decidió salir al exterior. Se anotó en la Vinexpo, en Borgoña, Francia, y ganó un medalla de oro con el Cabernet y la de plata con el Malbec. Desde allí, el crecimiento fue exponencial. «En el 2000 logramos la exportación máxima». Brasil es el principal destino, luego Europa, Estados Unidos, Asia y Canadá.
«La vid es una planta muy noble, que puede durar toda la vida. Pide muchas horas de sol, poca agua, amplitud térmica, noches frescas».
Carolina Roca.

Hoy suman 114 hectáreas plantadas, y tres viñedos con nombres muy significativos para la familia: «Los Amigos», «Santa Herminia» y «La Perseverancia». Y aunque muchos procesos hoy están tecnificados, «la mano del hombre está muy presente y determina la calidad del vino que vamos a tener». Al tener viñedos tan antiguos -aún conservan los que trajeron los abuelos- hoy están desarrollando clones de esas cepas.
Glera, una uva que trajeron los abuelos y que hay muy poca en Argentina “un blanco que se parece un tinto”, Bonarda «un vino argentino que va a generar historia», Sangiovese, Pinot Noir, al que le gusta el clima frío, «papá se dio cuenta de que el mundo lo pedía, y nos ha dado muchas alegrías», Malbec, entre otros.
En invierno comienza la poda, es el trabajo más importante «le estoy diciendo cómo quiero que sea la vendimia del próximo año». «La poda es un oficio que se pasa de generación en generación es algo muy difícil de tecnificar. Si se hace mal se pierde la planta.»
Hoy desde la bodega están concentrados en generar procesos sustentables -no es lo mismo que orgánico-, eso es lo que pide el mundo: aportar y colaborar con la comunidad en la que están, que el personal sea local, entre otras cuestiones.
¿Cuánto tiempo se guardan los vinos? «Nuestros vinos los guardamos en botella 1 año, y tienen un potencial de guarda de 15 años más.» Aunque para don Alfredo, «no hay que guardarlos».
¿En dónde guardar los vinos? «Si no tenés heladera para vinos lo ideal es un mueble abajo que no haya humedad ni luz, y no los movamos». «Aunque mi papá diría que no los guarden…»
¿Y la temperatura? «Va en gusto. Heladeras para vinos, ó 10-15 minutos antes de tomarlo en la puerta de la heladera. Mucho frío bloquea las papilas gustativas e incrementa el sabor al alcohol.»
¿Cómo degustar?
1 Por empezar ¡No agitar!
2 Ni bien nos sirven inclinamos sobre una servilleta blanca, o un fondo claro. Que se vea que esté limpio, brillante, sin partículas. Luego llevo a nariz. Desde el vientre materno percibimos aromas y registramos. Con el vino en nariz pensamos: ¿adónde nos lleva? Un jardín con flores, una cocina, el patio de la abuela…
3 Luego, agito la copa.
4 Y ahí sí…al fin, tomo. Se puede hacer una especie de «buche» para llevarlo a toda la boca. Bajar la cabeza, abrir un poquito la boca para que entre oxígeno. Lo que se sintió en nariz se debe sentir en boca.
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