Tobías Martín (21) es pampeano y en 2018 fue becado por la Universidad de Minerva, en Estados Unidos. Sin embargo, la pandemia se encargó de traerlo a su tierra. Hace dos semanas todo cambió: pudo viajar a San Francisco para continuar con sus estudios universitarios. Antes de irse habló con La Pampa Noticias y contó sus sensaciones.
Encontrar la oportunidad en el medio de un conflicto
En 2018 Tobías cursaba segundo año de abogacía en la Universidad Nacional de La Pampa. Era un contexto de tensiones sociales donde la educación estaba paralizada. Las clases no se dictaban por reclamos salariales y conflictos políticos. Los alumnos no podían cursar ni rendir materias. Tobías buscó la posibilidad de hacer algo productivo en el mientras tanto y encontró la oportunidad de aplicar en Minerva.
Al mes siguiente recibió una llamada desde Estados Unidos. Ahí le informaron que había sido becado en la Universidad, solo debía cubrir los gastos de los pasajes y la visa. Decidido y sin hablarlo con Marcela, su mamá, abandonó la facultad y empezó a buscar trabajo para juntar dinero.
Una mañana todo se modificó. Una comunicación radial con el programa “Generación Perdida”, en Vorterix, le sirvió para dar un giro a su vida. El programa tenía una sección que consistía en que algún oyente cuente en vivo un secreto o algo novedoso a sus padres. Al santarroseño le pareció la mejor forma de decirle a su madre que había quedado seleccionado en Minerva y que iba a dejar la facultad para ponerse a trabajar. A la producción del programa le gustó el “secreto” y a los pocos minutos ya le estaba contando en vivo a su madre la increíble noticia.
Sobre ese hecho, Tobías recuerda: “Al lunes siguiente los productores se contactaron conmigo y me avisaron que una oyente me había comprado los pasajes a Estados Unidos”. Una argentina que vive en Miami se sintió identificada con su historia y le compró los aéreos. Todavía no se conocen pero están siempre en contacto y trabajando juntos.
La historia de la Universidad de Minerva
Minerva está al nivel de Harvard, Oxford y Cambridge. Tiene una tasa de admisión del 1,2%. Anualmente ingresa el 2% de los 25.000 aplicantes. Por ejemplo, en Cambridge aceptan al 20% de los postulantes.
Su sistema de educación es ejemplar. El primer año las clases son uniformes para todos. En segundo año inician una especialización. En tercero estudian y trabajan en grupos de tres compañeros. Mientras que en el cuarto finalizan con un proyecto personal. Es una especia de Universidad rodante que viaja por el mundo cada semestre en búsqueda de nuevas experiencias. Los alumnos viven en siete ciudades distintas a lo largo de la carrera. Los destinos de Tobias son Seúl, Berlín, Buenos Aires, Londres y Taipei.
El objetivo de la Universidad es el manejo de cuatro rigurosas competencias: pensamiento crítico, pensamiento creativo, comunicación e interacción eficiente. “El sistema educativo de Minerva fue lo más loco de todo, más que viajar por el mundo. A mi no me resultaba el sistema de educación convencional. Sexto grado del secundario lo hice libre porque no toleraba estar sentado cuatro horas sin dialogar y discutir las cosas entre todos. Allá las clases son a través de una plataforma online. El profesor no puede hablar más de cuatro minutos. Los alumnos tienen que haber leído los textos antes para poder dialogar y discutirlos en clase”.
Tobías afirma que realizan asambleas de Naciones Unidas para “ponerse en el lugar de los embajadores de los países más conflictivos y encontrar soluciones, negociar y observar la realidad desde otro punto de vista”.
Tampoco tienen exámenes finales ni parciales, sino que cada semestre hacen pruebas estandarizadas enfocadas en buscar soluciones e investigar ciertos nichos de algún área de la ciudad en la que se encuentren. Tobías dice que en 2019 analizó las estadísticas y coordenadas publicadas por la NASA sobre las emisiones de gas y cómo están afectando al polo Norte. El joven se encargó de medir el impacto que puede tener eso en San Francisco. El resultado fue que una zona pobre de la ciudad (South Park y Mission Bay) en unos 50 años estará bajo el agua. Esos estudios ya fueron enviados al gobierno de San Francisco.
Tobías y su «obsesión por la perfección»
La perseverancia, la curiosidad y su “obsesión por la perfección” fueron la base de sus logros. El programa “Aprender a Gobernar” generó en Tobías la sensación de que el cambio es posible y que todo empieza por uno. En 2015 ganó este programa con un proyecto sobre dislexia que pudo concretarse en una Ley Nacional. “Sentí lo que era crear algo desde cero hasta convertirlo en una realidad. Me di cuenta cómo las personas reales pueden hacer uso de lo que vos creaste. Esa fue mi primera inspiración”, relata Tobías. Al año siguiente fue becado por el programa “Jóvenes Embajadores” para trabajar y estudiar un año en Estados Unidos, que le sirvió para ampliar sus contactos.
Más allá del panorama internacional, Tobías se muestra concentrado y preocupado por La Pampa y por la Argentina. “No hay muchas oportunidades para proyectar y crecer”, dice. En estos momentos trabaja en un proyecto de una ONG de Córdoba “Líderes de Argentina” donde darán becas para chicas de La Pampa con el objetivo de que puedan llevar a cabo su proyecto en la comunidad.
Los modelos de Naciones Unidas que se organizan en el país también motivaron a Tobías a seguir creciendo en política internacional. “Cuando me tocó Arabia Saudita me personifiqué en el embajador. Pasé tres semanas con la gente de las mezquitas árabes de Buenos Aires y aprendí un montón de su cultura. A los 15 años no me interesaba nada lo que sucedía dentro del colegio, pero lo que pasaba por fuera me encantaba”, dice Tobías, que siempre se involucró en trabajos comunitarios y fue parte de los Boys Scouts.
La pandemia y la vuelta a casa
El panorama mundial por coronavirus empezó a ser caótico en Estados Unidos. Era febrero de 2020 y las autoridades de Minerva enviaron un mail a los estudiantes. El mensaje decía que debían volver a sus hogares. La situación era insostenible para la Universidad, que tenía que hacerse cargo de unos 150 chicos, algunos habían vuelto recientemente de Wuhan, donde se originó el virus. “Fueron diez días de calvario, gente desesperada, llorando, esperando horas que una aerolínea te responda y te atienda. A mí me cancelaron cinco vuelos hasta que conseguí uno a Panamá con destino final Argentina”, relata Tobias.
Después de cumplir con la cuarentena obligatoria en Buenos Aires, Tobías pudo llegar a Santa Rosa en un viaje que le demandó más de 26 horas. Recuerda que los policías no sabían si dejarlo entrar. “Después de negociar y discutir por algunas horas, pude volver a mi casa en taxi escoltado por tres patrulleros. Me sentía un criminal”, comenta entre risas sobre todo lo vivido.
Hoy su vida ya recobró la nueva normalidad, está en San Francisco desde hace dos semanas, y tiene muchas historias para contar y para seguir construyendo.