Julio sin plástico es un movimiento global fundado por Rebecca Prince-Ruiz en 2011. La idea surgió después de que Rebecca visitara una planta de reciclaje, conociera su funcionamiento y observara la cantidad de basura plástica diaria recibida.
Hace varias décadas, el plástico ocupa un lugar muy cotidiano, lo encontramos en todos los productos básicos y, la mayoría de las veces, de un producto podemos encontrar dos o más versiones de plástico, desde el empaque, la cubierta del interior y puede llegar a tener hasta tres o cuatro más envoltorios si se le suma una bolsa para el traslado.
Uno de los hábitos que están quedando en el pasado, en muchos casos por obligación, es el uso de las bolsas plásticas, las típicas bolsas del supermercado o de la despensa. Cuando hacemos las compras, la mayoría de los empaques tiene envoltorio que casi seguro son de plástico y, al utilizar las bolsas ecológicas, de fibra, tela o cualesquiera, estamos disminuyendo la cantidad de plástico que después será desechado al ambiente.
Leé también Se instaló la primera cava subacuática de La Pampa en el Río Colorado
Sin embargo, esta acción solo se convierte en positiva, siempre y cuando llevemos nuestra bolsa y no comprar cada vez que se va al mercado, porque ¿cuál es el sentido de convertirse en acumuladores de bolsas ecológicas? ¿No te parece?
Leé también Terráquea Composteras: un emprendimiento beneficioso para el cuidado del planeta
El papel film es otro gran invento, práctico, muy higiénico, pero se usa una sola vez y listo. Hoy existen variantes que pueden ser reutilizados y una vez que cumplen su función se desechan sin problema porque se degradan más rápido, como las telas que contienen cera de abeja, que son súper prácticas y tienen la misma función que el papel film.
Leé también Orgullo pampeano: las Pampinta en el podio de La Rural
Lo positivo del plástico es que protege el alimento o el contenido que sea, es limpio, es maleable porque puede adaptarse a lo que necesitemos y una vez que ya cumplió su función, chau a la basura. No hay que lavar, no hay que secarlo, nada más a la basura. Y vivimos en una época en la que todo aquello que nos sea más fácil y resuelva nuestro día a día es mejor.
Ahí es donde surge el problema, dejando de lado el inicial que sería la “producción”, todo lo que tiramos a la basura va a parar a algún lado y si no tiene el correcto manejo quedará ahí por miles de años hasta que se degrade. Mientras tanto, se contamina el suelo, se acumula en el agua y también en los animales.
Hay que tener en cuenta que el plástico no son solo bolsas, son botellas, platos, cubiertos, empaque de higiene personal, perfumes, envases contenedores, objetos como relojes, televisores, mesas, sillas, entre otros.
Leé también El viento pampeano y las alergias
Por esta razón, al reto del mes de julio sería importante extenderlo durante todo el año, consiste en identificar cuáles son nuestros plásticos de un solo uso, aquel que habitualmente tenemos a nuestro rápido alcance y luego lo tiramos. Porque existen otros que pueden tener una vida útil prolongada o una segunda opción para darle transformación en un nuevo objeto.
Leé también Botellas de Amor: una forma fácil e innovadora de reciclar
Hay diversas cosas que podemos hacer para mejorar el mal uso del plástico. Como por ejemplo, podemos incorporar botellas de vidrio, siempre que sea posible comprar productos a granel, elementos de la cocina que ya estén deteriorados y cambiarlos por alternativas más durables. Incorporar elementos de higiene personal de otro tipo de materiales no desechables.
Porque con muy pequeños cambios en nuestros hábitos vamos a estar contribuyendo en gran medida a que los ambientes estén más libres de contaminación.
*****
Este contenido es posible gracias al apoyo de nuestros lectores y auspiciantes. Compartí esta nota, opiná, y publicitá en nuestra web, para promover un periodismo distinto en la región: Contacto y Publicidad