El año 1983 llegaba a Santa Rosa con un suceso deportivo jamás visto por estos lares.
Atlético Santa Rosa jugaba por los puntos con los grandes de AFA un Torneo Nacional. El Mateo Calderón era un mundo de gente a plena emoción. La misma atención que ponía aquel chico quien, como tantos otros, miraba cada partido desde el tapial del Estadio con verdadera unción futbolistica.
Oriundo del barrio Las Rosas, pegado al club, en una familia de 12 hermanos e hijo de un esforzado albañil que mantenía con orgullo a su numerosa prole.
Y aquel pibe a quién todos llamaban «Titaco«, observaba con ojos soñadores los goles de Nicollier, la fuerza del «Chueco» Ramírez en el medio, la prestancia de Luis Cervio, las atajadas de Dany Pérez y el corazón de todo el equipo.
Tito Álvarez, el inmortal entrenador de menores había descubierto su talento y precisamente un día, Ramón Catalino Ramírez lo hizo debutar en la Primera de San Martín.
El tiempo fue pasando, el pibe se hizo hombre y fue un excelente jugador de primera división que a ojo de «buen cubero» debió tener más suerte en su paso por Argentinos Juniors por su calidad humana.
El premio de Dios
Por tanta pasión futbolística el Creador recompensó luego de unos años a Titaco y esposa con tres buenos hijos futbolistas, que están intentando forjar su carrera a base de buenas aptitudes.
El mayor, Ángel David, arrancó en Olimpo unos meses, estuvo en Lanús, convocado por la Selección Sub 17 y finalmente llegó a Independiente de Avellaneda donde un día fue el 9 en la Primera del Diablo Rojo.
Como las condiciones a veces no alcanzan en clubes grandes, David decidió emigrar aunque su pase siempre es de Independiente. Es así que el Rayados de Monterrey lo vió jugar al igual que el fútbol de Costa Rica y El Heredia. Volvió al país para actuar una temporada en Defensores de Belgrano hasta volver a México en donde hoy hace goles en el Atlante, club de fama mundial.
Sus hermanos menores también siguen la carrera del fútbol a puro talento.
Juan, de 16 años, juega en la Sexta división de River Plate mientras que su hermano menor Valentín con 14 años, viene de consagrarse nada menos que Campeón con la Novena Millonaria.
Ambos estuvieron, como David, en las Inferiores del Granate varios años, porque un día los vieron jugar en Mac Allister.
Su padre define al pequeño Valentín como «un volante de contención» mientras que a su hermano Juan como «un medio campista ofensivo».
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Haber jugado desde tan pequeños en clubes de AFA con el consiguiente desarraigo, ha significado también un gran esfuerzo emocional y económico para sus padres, por lo que este presente los premia y con creces.
Titaco compara su tiempo con el de sus hijos y se le nota el orgullo.
«Mirá vos -me dice emocionado- mi hijo menor con 14 años ya firmó con Adidas para vestir su ropa y como su hermano de 16 son representados por el mismo agente del fenomenal arquero Dibu Martínez«.
Que lindo presente para una familia muy querida por sus condiciones de buena gente.
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Cualquiera sea el designio de Dios para estos tres hermanos que solo respiran fútbol, son dignos de elogio por su dedicación y sacrificio en aras de una pasión: ser futbolistas profesionales profesionales de nivel nacional e internacional. ¡Sólo se merecen felicitaciones!
Juan Carlos Carassay, locutor y periodista. Más de 50 años de pasión por la comunicación y el deporte juancarloscarassay@gmail.com
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