Es neurólogo, es un hombre de Ciencia y es uno de los responsables que más divulgó sobre el coronavirus en la Argentina. Habla sencillo, es didáctico y metódico. Se llama Conrado Estol. Fue el primer médico en insistir en el uso masivo del tapabocas y se hizo viral al explicar cómo fabricarlas de manera casera. Dirá, en más de una oportunidad, que siempre le importó comunicar.
“Estoy full time. Trabajo mucho más que antes, el 90 por ciento se lo dedico al coronavirus. Leo tres horas y media de información científica al día. Es la forma para estar afilado y saber de lo que estoy hablando. Todo el día me llegan diferentes publicaciones e informaciones sólidas y confiables”, dice en una charla telefónica con LPN.
–¿Esta pandemia qué nos obliga a pensar a la población en general y a los médicos en particular?
-Esto afecta a toda la humanidad y no hay nada peor que la incertidumbre. Está demostrado que las personas que tienen una enfermedad, por grave que sea, cuando entienden cómo es el curso de la misma, la manejan mejor y tienen mejores resultados finales. Sin embargo, hay gente que va a médicos que no les explican. Esas personas van a tener un peor resultado. Estamos enfrentando algo que estamos aprendiendo y no sabemos bien qué es. No está claro cuál es la fatalidad de la enfermedad. No conocemos ningún tratamiento que funcione. Aunque haya 50 vacunas probándose y se le da suero de recuperados a enfermos, todavía no sabemos cuál es el tratamiento. Todo es incertidumbre. Yo me dedicaba al ACV con un equipo de médicos, veo a algunos pacientes por telemedicina, pero me pareció que en este momento se puede ayudar más hablando.
Conrado Estol lee un enorme volumen de material todos los días. Y dice que se lo atribuye a una buena formación médica en Estados Unidos, donde estuvo casi 10 años. “Hay que poder interpretar bien la información porque es data compleja”, asegura.
Pionero en defender que el tapabocas debería ser obligatorio en el país. Recibió muchas críticas por eso. Poco le importó. Él estaba convencido y se defendió en los conocimientos científicos que tenía. «Si todos usan barbijo fuera del hogar, aquellos que están infectados y no lo saben, tendrán menos probabilidades de transmitir la infección a otros. Hoy en día, con la ubicuidad del conocimiento, se puede. Decir la verdad muchas veces causa problemas, pero al mismo tiempo creo que es lo que pueden solucionar la mayoría de los problemas”, reconoce.
-¿Cómo fue que un día empezaste a hablar en todos los medios de comunicación de que el tapabocas debería ser obligatorio?
-Me arriesgué y no tuve dudas. Tengo un prestigio, soy un hombre grande, yo ya he hecho mi carrera de médico. Convencido, salí en un programa popular de alto impacto con un pañuelito mostrándole a la gente cómo debería usar estas máscaras.
-¿Cuáles fueron esos pasos previos?
-Primero leí información que se estaba publicando de Islandia, de Alemania y de Corea del Sur. Con los testeos masivos que ellos hacían, veían que había un porcentaje alto de personas infectadas que contagian, pero que estaban sin síntomas o con síntomas mínimos. Al leer esa información dije ´hay tipos infectados que están yendo a trabajar que yo me cruzo en la calle y me pueden contagiar´. Empiezo a leer otros trabajos de los barbijos en Oriente, donde hay una cultura de usarlos. Empecé a mostrar mi pañuelo negro, que era una vincha de tenis, y me meto en algunas entrevistas que di para empresarios de manera virtual. Alguien me preguntó si había que usar barbijos. Y yo sabía que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decía que no lo tenía que usar toda la población. Empecé a averiguar mejor. Ese mismo día me llega un artículo de Corea que decía que el 98% de la población sale con máscaras y que ellos creían que la base del éxito de controlar la epidemia es que la gente respeta el aislamiento físico . Leo esas dos cosas, pero la OMS seguía diciendo que no había que usar máscaras.
A los pocos días el escenario se modificó. La OMS se encargó de aclarar en una conferencia de prensa y anunció: «Lo hemos estado pensando y decidimos que todo el mundo tiene que usar máscaras». De inmediato, Estol sugirió con algunos contactos en el Gobierno lo que ya había confirmado la OMS.
¿Qué más necesitamos hacer nosotros?, era la pregunta que se hacía Estol para que todas las personas utilicen los tapabocas. “Médicos mediáticos que decían que no había que usar barbijos, empezaron a dar clases en los programas de televisión de cómo hacer y utilizarlos”, recuerda.
-¿Cómo imagina al país y al mundo después de la pandemia?
-Suena mejor decir que todo hemos aprendido y mejorado. De todos modos, la naturaleza humana hace que tropecemos con la misma piedra muchas veces. Habrá países y personas que van a aprender más. Por ejemplo, Oriente reaccionó mejor a esta pandemia. Me imagino con mayor humildad a la Argentina, creo que eso ayudaría. Lo que no veo es que se estén haciendo esfuerzos en conjunto. Los economistas opinan cosas por un lado, los médicos por otro. Hay grupos de médicos que hacen una cosa y grupos que hacen otras. El aprendizaje de esto puede que nos sirva a ser más humildes para que trabajemos más juntos. El mundo va a estar cambiado en nuestra forma de interactuar. Quizá en la higiene y en ciertas costumbres nos acerquemos más a los orientales que a esa sangre latina que tenemos de estar a los besos, con el mate y abrazándonos.