El último informe de la ONU sobre cambio climático alertó sobre las consecuencias irreversibles en los próximos años para la humanidad, a causa del calentamiento global.
«Lo peor está por llegar y afectará a las vidas de nuestros hijos y nietos mucho más que a las nuestras» advirtió el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.k
Desde LPN conversamos con Luciana de la Serna, una joven abogada pampeana, especialista en derecho ambiental, miembro de Jóvenes por el clima.
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Una noche, a mediados de julio, un contacto en común y una ocasión me juntó con Luciana, quien ya conocía de vivencias anteriores.
Entre charlas sobre la juventud en esta ciudad que habito y como la vemos desde afuera, o más bien desde la vuelta al pago, pensamos cómo va creciendo y se va forjando nuestra pampa.
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Luciana De la Serna estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires, y hoy cursa una diplomatura en derecho ambiental. Milita sus convicciones en Jóvenes por el clima, en donde buscan aportar desde la ciudadanía y ser agentes de cambio en el entorno.

– ¿Qué es Jóvenes por el clima?
-Jóvenes por el clima surge en marzo del 2019 con una movilización climática en el marco de un movimiento internacional llamado Fridays for Future (Greta Thunberg) con el objetivo de visibilizar el cambio climático en Argentina, que es una problemática que en ese momento no estaba tan presente. Uno de los mayores hitos que tuvimos desde Jóvenes por el clima fue la incidencia política en la sanción de la ley de presupuestos mínimos de mitigación y adaptación al cambio climático, impulsada por Pino Solanas.
En Jóvenes por clima también articulamos con el sector privado, con funcionarios públicos, con otras organizaciones socio ambientales, tanto en proyectos de ley como en marchas, movilizaciones, acciones. También dictamos cursos, talleres, tenemos un sector de Educación Ambiental en CABA y a nivel nacional.
-¿Cuál es la utopía que los mueve a seguir avanzando?
-Nuestro objetivo es lograr un movimiento masivo que interpele a las generaciones actuales para dejar un ambiente habitable a las generaciones futuras y que actúe en materia de cambio climático en la actualidad, reconociendo que las peores consecuencias recaen en los sectores sociales más vulnerables. También generar un movimiento latinoamericano que tenga en cuenta nuestra historia, raíces y cultura, más allá de que sea un movimiento enmarcado en un movimiento internacional, tenemos que lograr nuestra propia impronta. Como todas las organizaciones socioambientales aspiramos a que las leyes nacionales se cumplan y que se sancionen las que faltan, interpelar a la ciudadanía en las acciones individuales pero también incidir en el cambio de paradigma necesario en términos de cambio climático.

–La llegada de la pandemia dio visibilización a problemáticas ambientales y acercó gente al ambientalismo y comprometerse en las causas. ¿Qué políticas se han implementado en nuestro país en materia ambiental?
-En Argentina tenemos una excelente normativa tanto a nivel nacional como internacional, hay numerosos tratados, acuerdos, leyes de presupuestos mínimos y leyes provinciales ambientales. Pero lamentablemente estas normativa no siempre se ven reflejada en la realidad. Y no siempre se materializan en políticas públicas. Por poner un ejemplo, la ley de bosques y la ley de manejo del fuego, tienen un presupuesto que no se actualiza de acuerdo a la inflación, sumado a eso en 2020 se deforestaron más de 100.000 mil hectáreas en el norte argentino y se incendiaron 1 millón de hectáreas en todo el territorio nacional, entre ellas humedales. Tanto bosques como humedales son grandes sumideros de carbono, fundamentales en la mitigación de los gases de efecto invernadero.
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En 2020 hubo varios hitos en materia ambiental: se aprobó la ley Yolanda que establece la capacitación obligatoria en materia de desarrollo sostenible y de cambio climático para las personas que se desempeñan en la función pública, en los tres poderes del estado, en todos sus niveles y jerarquías.
Se aprobó el Acuerdo de Escazú, un acuerdo regional para América Latina y El Caribe que establece la información pública, la participación ciudadana y el acceso a la justicia en materia ambiental.
Por otro lado, se aprobó la modificación a la ley de manejo del fuego que introduce la prohibición en el cambio del uso del suelo, de 30 o de 60 años, según sean pastizales o áreas naturales protegidas.
Se obtuvo media sanción de la ley de Etiquetado Frontal en Senadores, actualmente en la Cámara Baja, y el dictamen de la Comisión de ambiente de la cámara de diputados en materia del proyecto de ley de humedales.

Ley de Humedales
Este miércoles 18 de agosto a las 18 hs, luego de una travesía histórica de 350 kilómetros organizada por la Multisectorial Humedales y más de 380 organizaciones, grupos y movimientos de todo el país, se vuelven a llevar los Humedales al Congreso con el fin de lograr un plenario de las comisiones restantes (intereses fluviales, agricultura y ganadería, presupuesto y hacienda), para que finalmente se sancione la ley.
Es importante destacar que de no tratarse este año, el proyecto pierde estado parlamentario. Hay que destacar que los humedales son considerados ambientes naturales.
Ley de Humedales. Esta ley tiene como objetivo la conservación de los recursos de los humedales, proteger el agua y el ecosistema que en estos se genera.

-¿Se están implementando en nuestra provincia políticas de este tipo? ¿Qué crees que falta para poder poner foco y que los esfuerzos se concreten?
-A nivel provincial se lanzó un Plan de gestión de residuos sólidos urbanos que abarca, en principio, a 45 localidades pampeanas.
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A nivel municipal, se aprobó el Plan estratégico para el desarrollo de la Ciudad de Santa Rosa, que propone una planificación estratégica de cara al 2050, para vivir una ciudad más sustentable, proyectada, inclusiva y participativa. Fomenta mecanismos de participación ciudadana, claves en materia ambiental y en captar los acuerdos sociales para construir en conjunto el municipio.
Las herramientas claves para que los esfuerzos se concreten son la información, concientización y educación. Esos tres pilares son básicos y son también herramientas de cambio para crear una ciudadanía más consciente del medio en el que vivimos. Pero también deben ir acompañadas de un sistema que permita la participación ciudadana y de la voluntad política de quienes están en poder de toma de decisión.
Muchas veces, ya sea por falta de políticas públicas en materia ambiental o por querer visibilizar una problemática, se generan organizaciones autogestivas y autoconvocadas. Un gran ejemplo en Santa Rosa es la Planta de acondicionamiento de residuos de Reciclados de La Pampa y la Asamblea autoconvocada La Pampa por el Ambiente que surgió en 2020 a raíz del regreso de muchos jóvenes a la ciudad por pandemia, visibilizando las mega granjas de cerdos que se querían instalar en la provincia, el uso de agroquímicos, entre otras.
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Foto Matt Palmer.
-Y por último ¿Cómo es la relación entre la pandemia y el cambio climático?
-Hay una profunda relación entre pandemia y ambiente, está comprobado que es un virus de origen zoonótico, esto quiere decir que se transmite de animales a personas a través de una exposición directa o indirecta.
Esto pone de manifiesto las consecuencias en la salud de las personas por la degradación ambiental causadas por el avance del hombre sobre los ecosistemas y por los modelos de desarrollo actuales basados en la sobre explotación de la naturaleza con fines económicos.
La pandemia deja ver que se requiere de un Estado activo y presente en materia de políticas públicas para mitigar las consecuencias de la crisis sanitaria que se suma a la crisis ecológica y climática que estamos viviendo. Están íntimamente relacionadas.
El impacto que tuvo la pandemia puso en jaque la vida como la conocemos, en este sentido obligó a los gobiernos del mundo a tomar medidas drásticas y urgentes para mitigar las consecuencias del virus, mientras que las consecuencias de la crisis climática son más graduales y más acumulativas, pero no por eso menos urgentes.
Que la pandemia sirva como un punto de inflexión para transicionar a los modelos de desarrollo sostenible a los que estamos comprometidos en la Agenda 2030, para traducir los informes del IPCC en acciones concretas, como comentaba anteriormente y para evitar la generación de futuras pandemias.